El ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, ha asegurado que Estados Unidos está avergonzado porque las armas que vendió a Arabia Saudí no impidieron el ataque de los rebeldes yemeníes, y por eso niega la realidad y culpa a Irán del mismo.
"EEUU está en fase de negación si cree que las víctimas yemeníes durante cuatro años y medio de los peores crímenes de guerra no harían todo lo posible para contraatacar", escribió anoche en su cuenta de Twitter, en alusión a los ataques del pasado sábado contra la petrolera saudí Aramaco, reivindicados por los rebeldes hutíes.
El jefe de la diplomacia iraní subrayó que "tal vez es vergonzoso que sus armas de cientos de miles de millones de dólares no interceptaran el fuego yemení".
"Pero culpar a Irán no cambiará eso", subrayó Zarif, quien insistió en que "la única solución para todos" es poner fin a la guerra en el Yemen, que se recrudeció con la intervención en marzo de 2015 de una coalición militar liderada por Arabia Saudí.
Esa coalición, que cuenta con el apoyo de EEUU, tiene como objetivo expulsar del poder a los rebeldes hutíes, respaldados a su vez por Irán.
Los insurgentes lanzan frecuentes ataques contra Arabia Saudí, pero, en esta ocasión EEUU denunció que el ataque -con diez drones contra dos refinerías de Aramco- es obra de Irán y por ello el secretario de Estado, Mike Pompeo, ha viajado a Riad para coordinar una eventual respuesta.
Zarif, que volvió a negar la implicación de Irán en estos ataques, criticó en Twitter que EEUU "no está molesto cuando sus aliados bombardean sin piedad a bebés en el Yemen con sus armas y su asistencia militar".
En cambio, "está terriblemente molesto cuando las víctimas reaccionan de la única manera que pueden, contra las refinerías del agresor", denunció.
Numerosas ONG han denunciado que la coalición liderada por Arabia Saudí ha cometido crímenes de guerra en el Yemen ya que muchos de sus bombardeos han destruido hospitales y escuelas o han impactado en ceremonias como bodas.
Los ataques contra Aramco han vuelto a elevar la tensión entre Teherán y Washington, que dice no querer una guerra pero prepara al mismo tiempo una respuesta.