El PSOE de Jerez ha celebrado este sábado su congreso local. A diferencia de los anteriores no ha habido suspense alguno. Recuerdo el de finales de 2017, entre otras cosas porque se hizo tarde y nos trajeron una bandeja de chicharrones mientras aguardábamos al otro lado de la puerta a que terminase el recuento de los votos. Fue como si Billy Wilder se hubiese encargado de escribir el guion de los acontecimientos; salvo que en el salón contiguo no se encontraban los emisarios del Partido Comunista disfrutando de los lujos de un hotel parisino, sino los partidarios de Mamen Sánchez e Isa Armario: para saber lo que estaba pasando dentro había que aguardar a que alguien saliese en busca del servicio. Así, hasta que Laura Álvarez asomó por la puerta con una sonrisa enorme.
Este sábado no hubo chicharrones. Por no haber no hubo ni periodistas, al menos en la sesión inaugural, lo que denota que el PSOE solo vende en tiempos de zancadillas, tarascadas y cuentas pendientes, como hemos visto en el proceso de elección de Juan Carlos Ruiz Boix como secretario general provincial. La culpa -por darle algún aliciente a lo ocurrido- la tiene Mamen Sánchez, que ha sido la primera candidata socialista a secretaria general en Jerez en no contar con oposición desde el año 2008, cuando Pilar Sánchez estaba en la cresta de la ola.
Con un PSOE de Jerez en modo “calma chicha”, a partir de una unidad fundamentada en el papel protagónico que la agrupación ha asumido a otros niveles internos -¿qué hubiera sido del citado Ruiz Boix de no ser por el apoyo casi unánime de la militancia jerezana?-, Mamen Sánchez optó en esta ocasión por abrir el congreso a colectivos y organizaciones ajenos al propio partido, pero sobre todo para arroparse en ellos, en una nueva demostración de un liderazgo hasta ahora subestimado por quienes le dedican memes y vídeos paródicos -cada cual a sus armas-.
En este sentido, y visto desde fuera, había más interés en lo que tuvieran que contar esos colectivos que en el balance interno, que siempre suele pecar de ventajista en estas ocasiones. Y de lo que dijeron los primeros prevalecen dos consideraciones. De un lado, las apelaciones al consenso como única vía para alcanzar acuerdos en beneficio del colectivo; del otro, el discurso del miedo a la derecha.
Para el primero se tomó como referencia el acuerdo alcanzado en torno a la reforma laboral, que se ha convertido ya en consigna programática de los socialistas. Y ahí cobró un valor especial la aportación del representante de la CEC, Juan Núñez, a la hora de exigir al ámbito político el mismo compromiso de renuncia que patronal y sindicatos han realizado para alcanzar puntos en común de cara a la validación del nuevo documento, ya que sería lo ideal para impulsar medidas en favor de la sanidad, la educación y la recuperación económica. Cs, que en realidad no tiene nada que perder, ha sido el único que ha parecido entenderlo, pese a las críticas recibidas.
Para el segundo, el miedo a la derecha, se apeló al ejemplo del gobierno andaluz, pero tampoco parece el más apropiado, más allá de sus atribulaciones con la atención primaria, que se ha convertido en el talón de Aquiles del plácido paseo de Juanma Moreno por la Andalucía “del cambio”. Entre otras cosas porque cuando desde el PSOE, o desde cualquier ámbito de la izquierda, se alude a esa derecha, es Vox lo que se nos viene a la mente, por mucho que lo vinculen con el PP, o que se vea como consecuencia exacta del PP, y puede que como apoyo imprescindible de ese PP. El PP es la derecha tradicional y conservadora, el eterno adversario, pero no la derecha que se atribuye el designio divino para liderar unas listas, o que define como “invasión” la llegada de inmigrantes a nuestras costas.
Dentro de ese alentado miedo a la derecha, en el que Abascal emerge reconvertido en una especie de Voldemort -“el que nadie se atreve a nombrar”- y Casado en su primo hermano, tal vez se eche en ausencia algo más importante: lo que tiene que ofrecer la izquierda para frenar esa amenaza, y no la amenaza por sí misma, como si el tiempo se hubiese detenido en febrero de 1981.