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El PSOE enfila cierre y señala a Wally

Cabaña, al final, será como ese Wally al que hasta los suyos busquen para señalar culpas en esta guerra que alimentó desde Cádiz durante años

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El PSOE siempre se ha caracterizado, entre otras muchas cosas, por librar guerras intestinas por el control del poder del partido y, acto seguido, por cerrar filas en torno al ganador en un gesto que combina intereses personales y estrategia de organización política. Lo sucedido en Cádiz en los últimos meses es todo un ejemplo entre dos sectores que han librado intensos cruces y que aún hoy coletean en sus asambleas locales, si bien el aire interno indica que la batalla está llegando a su fin, que el control del partido en el escenario regional y provincial está en mano de los renovadores, que ese treinta por ciento crítico salido del congreso de Almería no está consolidado porque Jaén se desmarca y de hecho Griñán, en un gesto, presenta hoy en Jaén a Paco Reyes, presidente de Diputación, secretario provincial y hombre de confianza de Zarrías y al que públicamente ensalzará, y porque los que han salido derrotados de esta guerra tienen poco que ofrecer para mantener firmeza en sus filas y eso, claro está, pesa demasiado.

En Cádiz esta semana Irene García convocó a los representantes de su partido en el Congreso y en el Parlamento: Chaves, Pizarro, Cabaña, Menacho, Jiménez Barrios, López Gil, Mámen Sánchez… Todos alrededor de una mesa y casi todos digiriendo la idea de un cierre de filas que les lleve a iniciar la recuperación de un espacio que según encuestas internas no se está produciendo a pesar de cómo azota el presente a la imagen del PP, que aunque baja se mantiene y eso, en el PSOE, empieza a preocupar y mucho.

Chaves, en retirada, no quiere más luchas y Pizarro empieza a estar demasiado cansado de todo, de hecho hasta su hijo, en un gesto que a Cabaña ha debido sentar peor que mal, meterá a Paco Aído en la ejecutiva de Alcalá; los suyos en Jerez se desmandan entre Becerra y Camas, que se ha lanzado por libre con tan solo el apoyo público de Irene Canca, soterrado de Blanca Alcántara, e impulsado, siniestramente, por un García Ventús al que más le valdría dar explicaciones de las cuentas de Gadir Solar antes que meterse en interesado asesor-promotor político. Pizarro llama y dice a muchos que Camas no es su candidato, tal vez lo sea Becerra, al que aguardan otros con sorpresa, o tal vez ninguno.

De las asambleas conflictivas, en Algeciras, probablemente, saldrá algún tipo de consenso, en Cádiz, probablemente, habrá mayoría hacia Fran González, y en Jerez, probablemente, se unifique un grupo en torno a los renovadores del cual nazca un liderazgo sin ataduras que sea capaz de hacer olvidar cuanto antes, de ser posible, los años de caótica gestión de ese PSOE de la señora Sánchez.
Cabaña, al final, será como ese wally al que hasta los suyos busquen para señalar culpas en esta guerra que alimentó desde Cádiz durante años y que, como otras que hubo y otras que habrá, siempre terminan algún día. Y aunque culpables hay muchos más, dedo solo uno.

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