Un acusado de contagiar el virus del VIH a su exnovia ha admitido este jueves en el juicio que no se lo comunicó al no ser su "pareja estable" y ha manifestado que nunca ha llegado a asimilar la enfermedad, queriendo "seguir" su vida "sin hacer daño a nadie" sin sufrir "un rechazo social".
Iván G. C. se ha sentado en el banquillo de los acusados por un delito de lesiones. la Fiscal solicita una pena de once años de prisión y la prohibición de aproximarse a su víctima, a su domicilio o a cualquier lugar donde se encuentre, por espacio de 18 años.
En su declaración, el acusado ha relatado que conocía que era portador del virus desde agosto de 2012, pese a que el fiscal sostiene que ya en diciembre de 2011 tuvo un resultado positivo en el test de serología VIH.
Según su relato, conoció a la víctima el 24 de diciembre de 2012, comenzando a mantener desde entonces relaciones sexuales frecuentes en las que empleaban profilácticos. A preguntas sobre si le contó que era portador del VIH, ha manifestado que nunca lo hizo porque no era su pareja estable. "Nunca se lo dije ni a ella ni a nadie. Creo que no debía contarlo. Mi miedo era el rechazo de amigos y familia", ha reconocido.
Además, ha contado que cuando la víctima se enteró de que había sido contagiada del virus le preguntó si él era portador, a lo que éste le manifestó que no. "Yo le dije que estuviera tranquila y que yo no lo tenía. Me pidió que me hiciera una analítica, pero yo cómo me la iba a hacer si ya lo sabía", ha manifestando, negando que entonces fingiera haberse hecho las pruebas.
Por su parte, la joven ha relatado que nunca emplearon preservativos, dado que el que era su novio le pidió que no usaran medidas porque quería tener un hijo. La mujer se enteró el 1 de marzo de 2013 que había contraído el virus tras sufrir un episodios de fiebre muy alta. Tras conocerlo, le preguntó si se lo había contagiado él, un extremo que éste le negó.
"Me dijo que se lo había pegado su exnovia. Yo estuve diez días más con él para investigar. Me decía que tranquila porque seguro que él también lo tenía y que nos íbamos a curar juntitos. En una llamada telefónica, se lo reconoció a mi madre y le deje", ha contado.
La joven ha manifestado que con 26 años le ha destrozado la vida por los perjuicios que supone tener la enfermedad tanto a nivel de salud como social.
Como consecuencia del contagio y de haber contraído la enfermedad, la mujer presenta un cuadro ansioso-depresiva, problemas de concentración, reducción de la energía y de la líbido,
alteraciones del sueño, además de una ideación suicida significativa y otras secuelas.