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El jardín de Bomarzo

Andaluz y cía: 28-F

En las universidades andaluzas hoy, quiero pensar, se forja la letra de ese himno que tal vez, revisado, mañana acabe por unirnos a todos porque solo el cambio generacional será capaz de devolvernos a lo que un día fuimos

Mi historia de hoy, por cuestión de efemérides, de pasado, presente y futuro, del tumulto sociopolítico que nos acosa y, no lo negaré, de cambiar tercios para no aburrir con lo mismo, arranca con la agria certeza de que Andalucía no es lo que pudo haber sido cuando aquel 28-F de 1980 los andaluces decidieran comenzar a autogobernarse y, posiblemente, la culpa de ello la tengamos todos y cada uno de los que, orgullosos eso sí, latimos al son de la tierra. Tal vez mezcla de la indolencia, de ese carácter climatológico que solo se altera con el agravio comparativo cuando a modo de insulto llega desde fuera o, peor, en asuntos de balón o cofradías, y también de un sistema político que, a mi modo de ver, ha logrado narcotizar a esta sociedad durante décadas a base de pan y circo. De la deuda histórica, por todos reconocida, nunca más se supo. Andalucía no es lo que pudo haber sido, pero lo será, tal vez cuando esta generación de jóvenes tan bien formados, la mejor de todas, termine su viaje hacia ninguna parte y regrese a hacer patria, porque otra cosa no pero al andaluz le tira su seco terruño y a él siempre vuelve y son ellos, no nosotros, quienes podrán convertir a esta comunidad en referencia dentro de esta España y de esta Europa con tendencia al federalismo: quizás para llegar a ese oasis haya que atravesar este desierto. Por eso, cada euro invertido en educación vale tres veces su peso en oro y, tal vez, un día oigamos acento andaluz en el papel de la señora de la casa en esas series de televisión que aún hoy, cansinamente, coronan a las nuestras con la cofia. Muy simpáticas, eso sí, pero con cofia. Y me molesta que no nos moleste, seguramente por el hábito ancestral que en nosotros habita de masa social alimentada para la servidumbre. 

El sistema. Al-Ándalus, nombre que recibían estos territorios bajo gobierno islámico, es la segunda comunidad más extensa del país y la más poblada: 8.449.985 en el último censo registrado, lo que representa casi el 18% del total nacional y, para hacernos una idea, Sevilla tiene casi la misma población que todo el País Vasco o solo Cádiz y Málaga la superan ampliamente. En cambio, el peso nacional, medido en espacio informativo en el Telediario de la 1, entre ambas comunidades es, digamos, abismal. Solo en la última década hemos crecido en más de un millón de personas cuya procedencia habitual es marroquí, rusa, rumana, alemana y colombiana, lo que eleva el nivel de crecimiento poblacional por encima del 13% y eso es mucho y lo sitúa, fundamentalmente, en poblaciones de hasta cien mil habitantes. Andalucía, por tanto, crece en masa pero no es hoy una tierra de oportunidades, todo lo contrario. 2012 lo cerró con 1.442.600 desempleados, lo que representa una tasa del 35,86% de la población activa, diez puntos más que la media nacional. Y si España está a la cabeza de Europa en paro y Andalucía lo está a la España, Cádiz, según la EPA y con el 40,63, lo está a la de Andalucía. Todo un récord.
A pesar de los muchos intentos, no ha sido capaz de consolidar un sistema financiero sólido propio en estos 33 años y hoy prácticamente todas las entidades bancarias están en manos de capital externo, lo que significa que cada céntimo de beneficio vuela hacia otras comunidades y, en otro ámbito pero parecido, tampoco jamás logró consolidar proyectos de comunicación propios de capital andaluz que hagan defensa de lo patrio: si un mismo grupo que edita en Granada y Bilbao y cuya fiscalidad está allí debe defender un AVE hacia Granada o Barakaldo, ¿qué hará? Las líneas editoriales de los grupos de comunicación, que en definitiva representan el hilo conductor con el ciudadano, se trazan desde despachos en el norte y eso, créanme, importa, hasta Lara ha expandido su red por el sur.
En el ámbito público, el sistema de comunicación aquí elegido fue Canal Sur –de 227,26 millones en 2012 se han pasado a 185,5 para 2013 en la RTVA cuando a Vivienda se ha destinado 143,5, a Turismo 105,2 o a Energía 82,5- a través de una idea basada, en su globalidad, en ensalzar la esencia cultural que representan programas como La Copla y en lo que acertadamente denomina mi admirado Muñoz Molina -Úbeda, 1956, enorme escritor- como “Andalucidar Andalucía”, que viene a ser hacerla mucho más profunda de lo que ya es enfatizando su puebleril aroma, su marujeo, su catetismo. Y catetos, conste, hay en todos sitios, pero no salen tanto en la tele.
El bipartidismo le ha hecho mucho daño a esta comunidad, opino. El PSOE ha sabido ocupar el espacio nacionalista durante décadas porque aquí, a la pregunta de si se siente usted más o tan español como andaluz, la gente duda y en esta duda, en el modelo social, en la subvención y andalucidando sembró con acierto para no solo gobernar aquí durante más de treinta años sino para hacerlo otras tantas veces en Madrid porque allí, sin los votos de este granero, es imposible. Y no lo digo como crítica, lo ha hecho tan bien que incluso hoy, con la que cae, las encuestas le otorgan casi siete puntos por encima de un PP que vive tan alejado de la Andalucía profunda que a este paso jamás la gobernará: Zoido ni está cerca ni se espera que se arrime a esa posibilidad y esto en el PP lo saben todos. IU, a la sombra, suma y sigue.
Luego está el PA, que paga haber desaprovechado oportunidades históricas y que, al ser pequeño, abona el doble por esas desavenencias internas que todos tienen; en su débito aún debe trasladar a la opinión pública su verdadera posición ideológica: de izquierdas, de centro, de derechas, nacionalista, independentista... La que sea, pero una y no moverse más de ahí para fidelizar voto, ya que hasta UPyD, sin candidato conocido, les pasa según sondeos de intención y eso es para hacérselo mirar.
Y con estas llegó este 28-F, Día de Andalucía que conmemora el referéndum que nos dio la autonomía plena y lo hizo con la foto de manifestaciones provinciales promovidas por la Plataforma Compromiso Social por el Progreso y lideradas por sindicatos, que solo para esto han quedado, y con el apoyo de PSOE e IU, que aprovecharon la fecha para reivindicar contra Rajoy y su política en general. ¿El andaluz? Cual espectador de circo observa el espectáculo comiendo pipas: Bárcenas, escuchas ilegales, Bahía Competitiva, Zona Franca, Rubalcaba di cuánto tienes, Mariano vete... La entrada es gratis, el montaje muy caro. Se hacen apuestas en la grada sobre las novedades para el siguiente pase.

28-F. Una cosa son los andaluces y otra la compañía que han tenido y tienen, de aquí y de allá, democrática en todo caso y, por tanto, legítima. Nuestra culpa, a pesar de ello y como soy uno me siento en el derecho a decirlo, es no haber vuelto a forzar al sistema como hicimos aquel 4 de diciembre de 1977 en el que millones de andaluces salieron a la calle para reivindicarse. Pero hasta hoy. Casi 40 años después, un millón y medio de parados y zarandeados porque, dicen, somos vagos, estamos subvencionados y nos pasamos el día en el bar. Y no es verdad, pero tampoco ha sido del todo mentira.
Tal vez el carácter, el clima mediterráneo o el narcótico inyectado por diferentes vías pero esta, que es la California de Europa, no debería estar en el furgón de cola adormecida como hoy está y la culpa es solo nuestra porque nadie vendrá a arreglarnos la vida, y lo digo a pesar de detestar las fronteras porque, ya lo he dicho otras veces, separan más que unen.
En las universidades andaluzas hoy, quiero pensar, se forja la letra de ese himno que tal vez, revisado, mañana acabe por unirnos a todos porque solo el cambio generacional será capaz de devolvernos a lo que un día fuimos, hombres de luz que a los hombres alma de hombres les dimos; y bajo este sol de nuestra tierra y, también sea, por España y por la humanidad, nos levantemos y pidamos otras cosas además de tierra y libertad e, insisto, también por España y, por qué no, por toda la humanidad.

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