A toda campaña electoral la rodea un reconocible ruido de fondo y a esta próxima del 28 de mayo le llega vía Doñana y el proyecto de Ley impulsado por PP y Vox para la regulación de regadíos, que aísla a estas dos formaciones pero que, también, puede tener consecuencias electorales para el PSOE de Huelva; también con los permanentes anuncios por parte del gobierno en materia, entre otras, de vivienda. Un asunto de interés general. Sánchez saca la chequera y compromete la construcción de hasta 183.000 nuevas viviendas para alquiler social y asequible en suelos de Defensa, cifra que se alcanza tras los últimos 20.000 pisos anunciados esta semana y logra afianzar la sensación de que por día gana un escalón con respecto al PP y a un Feijoó inerte que no termina de romper.
Aunque el objetivo siempre son las generales de finales de año, hay que pasar con éxito los peajes de las autonómicas y, sobre todo, las municipales previas a celebrar este 28 de mayo, para lo que resta, exactamente, un mes. Pero la sensación es que el latido para los cabildos pequeños es propio, cada uno circula a su aire, bien es cierto que impulsado o retenido por las olas que representan su marcas nacionales, pero en todo caso aupados por unos candidatos locales que son, en definitiva, los que ganan o los que pierden. Y es, hasta cierto punto, un drama porque si bien la política local tiene la ventaja reconocible de permitir un estatus social, laboral y económico por encima de lo que en condiciones normales muchos alcanzarían, no lo es menos que cada cuatro años hay que lanzar la moneda al aire y jugarse el futuro y los armarios están llenos de personas que lo fueron todo en política y pasaron en horas al oscuro anonimato, en muchos casos sin posibilidad de retorno al oficio que dejaron. Si es que había oficio. Es lo malo de convertir la política en profesión, solo se es relativamente libre cuando se cuenta con la fuerza de los votos y los votos fluctúan, van y vienen, no es fácil en el ámbito municipal repetir victorias holgadas o mayorías absolutas tras dos o tres legislaturas, como le sucede a Paco de la Torre en Málaga o al propio José Ignacio Landaluce en Algeciras, ambos del PP; o a Ruix Boix en San Roque -PSOE-, Juan Luis Morales en Villamartín o Modesto González en Coria -AxSí-, o a tantos otros que al margen de siglas conectan con la gente de su localidad porque son resolutivos o cercanos o, orgánicamente, listos. O todo a la vez.
Mayo es el mes de las flores, vaya un mes, arranca con el estruendo de las motos circulando hasta Jerez para celebrar un Gran Premio mítico y, cómo no, con el sonido reconocible de las ferias, sin mascarillas, a cara descubierta; Sevilla ha sido un estruendo de gente y calor como antaño, con Morante haciendo la faena de su vida en la Maestranza en una Andalucía bajo el yugo del sol férreo dispuesta a engalanarse de lunares para bailar cara a cara hasta llegar a ese 28M donde las diferentes formaciones reclamarán el voto con el temor de que el Rocío, a celebrar ese mismo día, no afecte la confluencia a urna. Sobre todo para el PP, que es quien más votos acuna en torno a la Blanca Paloma.
Dos bloques se juegan la suma. Despejado el centro con la auto-aniquilación de Ciudadanos, derecha e izquierda se juegan las sumas. El PSOE, con Unidas P, IU o Adelante, mientras que el PP disputa el trasvase de votos con la formación de Santiago Abascal, Vox, que presenta candidaturas muy débiles en la mayoría de las localidades y que se muestra incómoda cara a unos cabildos locales donde su mensaje nacional tiene menos calado. Sevilla es un ejemplo, donde lo que gana el PP con José Luis Sanz es a costa de Vox y/o viceversa, de manera que el sumatorio no le alcanza para los 16 ediles que forman la mayoría. Situación similar a Huelva, Jaén, Cádiz o Jerez, donde el PSOE resiste sin mayoría pero con posibilidades de alianzas a la izquierda que le darían la suma. En este sentido, el PP arranca este mes de mayo, vaya un mes, con menos expectativas electorales de cara a las municipales de las que tenía hace unos meses, entre otras razones porque los 58 escaños que logró en Andalucía fueron más gracias al candidato, Juanma Moreno, que a la marca.
El voto ideológico, de hecho, cada día es menor, crece por tanto el porcentaje de votantes que varían de color en función del candidato, que pueden votar a Pedro Sánchez, Juanma Moreno y en las locales a su alcalde de toda la vida, ese que desayuna a diario en un bar diferente, que se detiene con todos los vecinos que se cruzan con él, que se muestra amable y cercano y que soluciona los problemas que son visibles y más afectan a su día a día. Y cada día militan menos personas en los partidos, que son los que cogen la papeleta del mismo tono al margen del nombre que la encabece.
Mayo es, por todo, un mes especial, la primavera hecha verano y la fiesta en la calle hace sentir el pulso de la vida y lo hace bajo la mágica sonoridad de las sevillanas, esas letras que resumen la cultura de un pueblo y que, algunas, no pasarían el filtro: "Ese vestío que llevas te lo tienes que quitar porque cuando das la vuelta bailando por sevillanas, a ti se te ven las piernas y a mí no me da la gana". Nada comparable a aquella hermosa historia de una amapola que, cuentan, se escapó de entre los pinos y dicen que la vio el almendro, dicen que la vio el olivo, dicen que la vio la luna, perdida por en medio de un camino.