En su primer discurso en Europa tras la llegada de Obama a la Casa Blanca, el vicepresidente, Joe Biden, proclamó un “nuevo tono” en las relaciones, basado en la cooperación y el diálogo, concretado en gestos como el de contar con Moscú para el desarrollo del polémico escudo antimisiles.
“Estoy aquí como representante de un gobierno que está decidido a emplear un nuevo tono en Washington y en las relaciones de América con los estados del mundo”, dijo Biden.
“Estados Unidos necesita al mundo pero creo que el mundo también necesita a Estados Unidos”, añadió.
La intervención de Biden había sido anunciada por el organizador de la conferencia, Wolfgang Ischinger, como la primera presentación de la política exterior estadounidense a sus socios occidentales, pero se quedó a medio camino.
Biden demostró efectivamente que existe un nuevo tono en el discurso político, por ejemplo al pedir “sinceramente” a los europeos que planteen propuestas de cuál debe ser la futura estrategia en Afganistán, pero sin llegar a colmar las expectativas que había sobre anuncios concretos.
Fue directo al invitar a Irán al diálogo, con la promesa de “provechos” para Teherán en caso de aceptarlo y la amenaza de sanciones y presiones en el caso contrario.
También pidió a los europeos que acojan a un pequeño número de prisioneros de Guantánamo cuando se cierre esa prisión situada en la isla de Cuba.
Pero el gesto más visible fue hacia Rusia, a la que prometió incluir en su proyecto de crear en el este de Europa un escudo antimisiles, sobre el que el vicepresidente no fue mucho más explícito.
El escudo se pondrá en marcha, dijo sólo si resulta tecnológicamente “sensato, factible y eficiente desde el punto de vista de los costes” y sólo en “cooperación con los socios de la OTAN y Rusia”.
Biden resaltó la importancia de Rusia a la hora de afrontar amenazas conjuntas, como la lucha contra los talibanes, el terrorismo internacional o el comercio con material nuclear.
También se mostró convencido de que EEUU y Rusia lograrán ponerse de acuerdo sobre el tratado que debe suceder al Start (de armas estratégicas) que vence en once meses.
La necesidad de cooperar con Rusia centró también el resto de la sesión de debates y las intervenciones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de la canciller, Angela Merkel, o del representante de la política exterior europea, Javier Solana.
Sarkozy fue quien empleó el tono más amistoso frente a Moscú al llamar a la calma a aquellos que ven en Rusia una amenaza.
“Creo que actualmente Rusia no es una amenaza para la UE o la OTAN. Rusia tiene demasiados conflictos internos como para suponer una amenaza”, subrayó.
La presidente Angela Merkel, por su parte, dibujó una nueva política de cooperación reforzada entre la Unión Europea (UE) y Rusia y alabó las propuestas del presidente Dimitri Medvedev de crear una nueva arquitectura de seguridad europea.