La crónica periodística política andaluza afina puntería estos días en torno a la situación interna que padece el PP-A en este tránsito calculado, que a nada bueno para la causa azul parece conducir. Zoido, calificado como “un pijo” dentro del PP y eso viene a ser como destacar por facha en un coro que entona el Cara al sol, se ha atragantado con la encuesta del IESA y el 27,4 por ciento de conocimiento que la sociedad andaluza tiene de su persona, y se siente incapaz de debatirse en los frentes abiertos contra él: el parlamentario, donde el PSOE y el equipo de asesores de Griñán están encantados con sus intervenciones, el orgánico, donde no se ve capaz de controlar el partido como lo hicieran Arenas y Sanz y no le alcanza con las palmaditas de apoyo de Cospedal, el municipal, donde decrece su popularidad en Sevilla y eso le preocupa y mucho de cara a las municipales 2015, y el autonómico, donde sigue abierto el debate de la candidatura y los aspirantes olfatean hueco, y cuando en política hay hueco el conflicto por ocupar espacios vía codazos está garantizado. Y por encima de todos sus frentes planea la sombra de Arenas, que tras la depresión del congreso de Granada y hace ahora algo más de dos meses, ha vuelto con ímpetu renovado para recoger los hilos sueltos de este PP andaluz que suyo fue durante casi veinte años y que por unos meses su íntima enemiga María Dolores le ha arrebatado y eso, para el de Olvera, que no se distingue precisamente por olvidar hacedores de traiciones, es motivo suficiente para alimentar su ánimo y convertirlo en pelea
Hay que retrotraerse y recordar que la primera intención de Javier Arenas tras el resultado del 25M, donde lograra ganar las elecciones con un mayoría insuficiente para gobernar a pesar de que todos los astros del universo político andaluz se habían alineado a su favor, era perpetuarse en la presidencia del partido con la intención, en principio, de no volver a ser candidato, pero en la idea de apadrinar la sucesión –aunque si el viento soplara vía sondeos a su favor no descarten que lo vuelva a intentar. Lula da Silva perdió cinco veces antes de presidir Brasil, él solo lleva cuatro-. Cospedal, desmelenada, se opuso, tras lo cual Arenas quiso para la presidencia a su íntimo Antonio Sanz, que aceptó, pero Cospedal, desmelenada, se opuso otra vez y, con ella, hasta siete presidentes provinciales –excepto Almería. ¿Cádiz?-. Cospedal intentó que Sanz aceptara renovar en la secretaria general bajo las órdenes de Zoido, pero Antonio, por fidelidad a Arenas y porque no se veía bajo la tutela de quien hasta entonces había estado por debajo de él y a pesar de las muchas presiones desde Madrid, no aceptó y ambos dimitieron una mañana de lunes tras un intenso, muy intenso, fin de semana de sol y teléfonos.
Con ambos en Génova, Arenas intentó impulsar para secretario general del PP-A a Elías Bendodo, presidente del partido en Málaga, de la Diputación y muy cercano a él, pero ni Cospedal ni Zoido tragaron con la idea sabiendo que con ello les colaban un intruso dentro y para el puesto eligieron a José Luis Sanz, alcalde de Tomares, apodado “el triste” en círculos cercanos y muy de la cuerda de Zoido, tras lo cual el ex presidente andaluz decidió hacer su guerra desde Madrid y Sanz, Antonio, parapetarse tras la presidencia del partido en Cádiz con el beneplácito de Pepe Loaiza, que se apartó de ahí porque se lo habían pedido y no tanto porque le gustase la idea o porque sintiera que los grandes alcaldes de la provincia, como se ha trasladado, no estuviesen con él. ¿Estaban?
Zoido propuso un mandato con ocho presidentes provinciales y su secretario general en la idea de que estos tuviesen más peso que el que tenían en la etapa de Arenas, pero sin perder de vista los que eran de su cuerda y los que no: enfrente, Bendodo, en Málaga, al que han hecho la vida imposible desde Sevilla, Sebastián Pérez, el lenguaraz presidente de Granada, Gabriel Amat, de Almería y, falte decirlo, Sanz, en Cádiz; y de los otros cuatro, dos en medio pero de viaje hacia la nueva dirección regional como son el de Huelva, Manuel Andrés González, y Jaén, José Enrique Fernández de Moya, muy cercano a José Luis Sanz, mientras que los otros dos alineados sin fisuras con Zoido: Juan Bueno, presidente de Sevilla, y José Antonio Nieto, de Córdoba –tal vez el primero en la lista de “traidores”, dicen-. Arenas, tras varias batallas consecutivas perdidas, decide jugarse el jaque a la reina, Cospedal, haciendo uso de su verbo fácil que como un susurro musical se adentra suave en la cavidad auditiva del señor rey del tablero, don Mariano. Y en la Interparlamentaria de Toledo, Rajoy, tras alabar a Cospedal como “la mejor secretaria general”, guiñó con el otro ojo y de Arenas dijo que “es uno de los activos más importantes de nuestro partido, de pasado, de presente y de futuro”. Necesita más verbo en su discurso nacional y le va a poner.
Ministro. Javier Arenas será nombrado ministro después de Navidad, salvo interferencias no previstas. Cospedal ya se lo ve venir y sabe que Javier tiene cuentas pendientes grabadas en la culata de su revólver, mueve su esqueleto como nadie cuando de ocupar espacios se trata y, para temor de muchos, no olvida desaires y menos sin son públicos y a ella se le ha calentado la lengua contra él desde el atril más de una vez estos últimos meses. Zoido, con quien ni la cortesía política con Arenas ha quedado, también lo sabe, por eso y por los marrones varios con que se debate, está deseando salir de un entuerto donde se ha dejado meter y que no le reporta beneficio alguno, salvo descrédito en esta Andalucía grande que lo es tanto en Triana, donde se maneja, como en Linares, donde ni de lejos, trifulcas con muchos de su propio partido y, tal vez lo peor, oposición como panorama futuro personal político en Sevilla. Pero Cospedal le pide que aguante porque hoy no tiene plan B, ni C, y el presidente andaluz sabe que la secretaria general le está quemando en este tránsito que ideó para quedarse con el poder del sur y borrar del mapa a quien íntimamente no soporta. O sea, Javier.
Candidatura 2016. Aunque muchos se lo crean porque creer en uno mismo es tan lícito como humano, el PP-A no tiene muchas alternativas creíbles para ser candidato a la Junta en 2016. Si Zoido, que no quiere y con la incertidumbre de las municipales de por medio, se borra, las alternativas pasarían por Nieto, si el asunto lo maneja Cospedal, aunque está muy verde y no le conocen ni en Lucena, no digamos en Conil, o en Elías Bendodo si quien maneja es Arenas, que tiene tan asumido y decidido no volver a ser candidato en Andalucía como el hecho de querer apadrinar el feliz bautismo del nuevo rostro. Otra alternativa es bajar a un ministro tipo Báñez, cosa improbable, o poner un mirlo blanco estilo Juan Manuel Moreno, aún más improbable ante ese máquina de remontar encuestas y quedarse en San Telmo como es el PSOE-A.
A Antonio Sanz algunos despistados le han situado como futurible candidato a la alcaldía de El Puerto o Jerez, y pudiera ser que un día se lo plantee, pero ese día no es hoy. Hoy en su mente no cabe otra idea que hacerse fuerte en Cádiz y en ningún caso abandonará la presidencia del partido en su provincia para, desde ahí, jugar la partida del poder del PP andaluz y, aunque le gustaría, no como candidato pero sí como muy cercano a él. No olvida que muchos no le dejaron ser presidente y eso lo lleva dentro, aunque con el micro encendido lance alabanzas múltiples, como hacen todos, pero todos saben que el PP-A disputa una partida de ajedrez donde cada pieza tiene delimitado su movimiento y cumple su cometido –tal vez me pase de sutil en el símil, pero me vale-. Seguro que con matices, pero eso es lo que pasa en el PP-A. Dos líderes enfrentados que se disputan el poder del partido y, en medio, muchos que aguardan a que la partida avance para no equivocar bando. ¿De qué me suena?
En todo caso, la política, siendo muy importante, lo es menos que tantas otras cosas en la vida. Feliz Navidad.