Guillermo Herrador Atienza es un joven alcalaíno de 20 años. La historia del calvario padecido desde hace cuatro años, cuando comenzó a sentir molestias en la parte izquierda del abdomen, es ilustrativa del deterioro que, en los últimos años, viene experimentando la sanidad pública andaluza. Su caso, además, resulta especialmente alarmante al constatar que, incluso en los casos graves como el suyo, los pacientes deben enfrentarse a onerosas listas de espera, que a veces se hacen insufribles. Este es tu testimonio.
“Hace ya cuatro años, en septiembre de 2020, cuando ya la sanidad andaluza estaba colapsada con la pandemia del covid-19, yo acudía a mi centro de salud en Alcalá por unas molestias que tenía en la parte izquierda del abdomen, pero siempre que iba mi doctora no le daba importancia. Decía que yo era joven y no tenía por qué tener ningún problema serio de salud. Pero yo le insistía en que me hicieran pruebas, porque yo no me encontraba bien y esos dolores y molestias eran casi diarios. Tuve que ir como unas 10 ó 15 veces a consulta e insistirles para que me hicieran caso y me hicieran pruebas. Finalmente me dieron cita para el digestivo ya que se creía que era un problema del intestino. La cita era como para 6 meses más tarde y, claro, mi preocupación aumentaba porque yo sabía que era algo grave. Llegó el día de la cita y la doctora me hizo una ecografía y, muy sorprendida, me dijo que tenía que ver con el riñón, porque estaba muy inflamado. Esta doctora me derivó al urólogo, pero la cita del urólogo también fue como 5-6 meses después”.
“Finalmente fui a la cita con el urólogo, que con el tiempo me fue haciendo diferentes pruebas de tac, radiografías y ecografías, con las que descubrieron que el riñón izquierdo se estaba obstruyendo porque yo había nacido con el uréter más estrecho de lo normal y eso estaba ocasionando que el riñón no pudiera hacer bien su función. Después de dos o tres citas con el urólogo me dijeron que tenían que operarme para hacerme una pieloplastia, que consiste en ensanchar el uréter para que el riñón haga su función normal. Todo esto pasó a lo largo del 2022 y el 14 de febrero de 2023 finalmente me operaron. Pero, tras la operación y durante la recuperación yo tenía los mismos síntomas
previos a la operación y acudía a mi médico de familia en Granada, que es donde yo estudio. No era la misma doctora previa a la operación, por las malas experiencias y enfados con ella por no haberme dado antes cita con el especialista y haberme solucionado esto antes. Pero mi médico de familia de Granada, a la cual yo seguí acudiendo por los mismos dolores, tampoco me hacía caso y me decía que no le diera importancia, que sería un dolor muscular. Llegué a ir también como 10 veces a consulta sin una respuesta por su parte”.
A los 8 meses de operarme (30 de octubre de 2023) tuve revisión con el urólogo para comprobar que el riñón había vuelto a funcionar con normalidad, pero el urólogo me hizo un tac y me dijo que el riñón no funcionaba absolutamente nada y por lo tanto la operación no había servido. Él mismo, alertado por la situación, me derivó a urgencias para que me operaran, para ponerme un catéter y poder salvar mi riñón. Me ingresaron y entré a quirófano. Al despertarme de la anestesia, hablé con el cirujano y me dijo que no había podido hacer nada por el riñón, que era demasiado tarde y que iban a tener que extirpármelo en pocas semanas porque no podíamos esperar más. Me dieron el alta y me
dijeron que me pusieron en lista de espera. A los dos meses (febrero 2024) tuve una revisión con el urólogo y, hablando con él, me dijo que no me habían puesto en lista de espera, sabiendo la gravedad del asunto. Total que estuve dos meses engañado pensando que estaba en lista de espera y era todo mentira. Puse una reclamación al hospital dejando claro que me habían engañado haciéndome creer que estaba en lista de espera y me contestaron a los tres meses respondiéndome con cosas de las que yo no hablaba en mi reclamación y dejándome sin una respuesta clara. Me hicieron la prueba de la anestesia en abril, jurándome que me iban a llamar en dos semanas para operarme y también me mintieron. Actualmente llevo desde febrero de este año en lista de espera, con dolores diarios insoportables desde hace tanto tiempo, sin poder hacer esfuerzos ni poder llevar una vida normal de una persona de 20 años. Hace una semana me llamaron para darme la fecha de la operación, que iba a ser el 20 de agosto y a los dos días me llaman para cancelarla y darme una nueva fecha, el 6 de septiembre”.