Una estampa irrepetible, marcada por la espectacularidad y la grandiosidad que supone ver salir a todos los pasos, uno detrás de otro, para comulgar al unísono de la pasión y la devoción de los sanroqueños. La luminosidad del día contribuye a hacer más vistosa esta expresión de la Semana Mayor de San Roque que, año tras año, consigue atraer a cada vez más turistas al municipio, que sucumben al asombro de tan magna manifestación cultural y religiosa. La unión de todas las cofradías supone que la jornada del Viernes Santo se convierta en un alarde conjunto de todo un pueblo, donde se pueden observar las particularidades de cada cofradía.
Es, de hecho, una manifestación artística sin igual, ya que procesionan de forma conjunta tallas de gran belleza y valía histórica, algunas de las cuales se veneraban ya en Gibraltar antes de la caída del Peñón. El día más grande, sin ninguna duda, de la Semana de Pasión sanroqueña, en la que el buen tiempo posibilitó que se pudieran desarrollar todos los actos con total normalidad, poniendo un broche de oro a siete días de recogimiento y fervor.