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Sevilla

El “Catecismo erótico” de Joaquín Arbide

La cosa del erotismo estaba agazapada, como el pecado (así decían los curas miopes de la época) en cualquier rincón de la vida

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  • Joaquín Arbide -

Empecemos por ofrecer el índice del nuevo libro de Joaquín Arbide. Dice así:

Qué cosa es eso del erotismo. Qué es un catecismo. No podría ser de otra manera. Por qué no lleva fotos este libro. Una venta de carretera. Alfonso XI y la calle de la Pimienta. Los milagros de Sevilla. Bustos Tavera, Los Roelas y La Estrella de Sevilla.

Las cartas de Paula. La Susona. La Sevilla imposible o el cristal esmerilado.

Don Pedro I el Cruel. Sandra de noche. Fernando Ortiz de Melgarejo o los amores duplicados.

Erotismo, publicidad y política. Lord Byron. Una infancia difícil. Don Juan. La foto erótica. La virgen que no pudo ser puta. Cine erótico. Los cinco sentidos. El séptimo cielo. La Iglesia, la masturbación, la homosexualidad y otras variantes.

Lope de Vega, el enamoradizo. Divagando sobre erotismo. Los amores ocultos y los lenguajes secretos.

Cine lésbico y gay. Teléfono de verano. Eros y tánatos. De la vampiresa al amor loco y la muerte.

El amor es improvisación y fantasía. El teléfono abandonado. El quicio de la mancebía. Un sombrero lleno de lluvia. La mujer que nunca quiso decir siempre.

Mujeres en venta. Amores medievales. Terminología erótica. Un violinista en mi tejado. Las primeras braguitas. Breve encuentro. 

Y ahora, conozcamos su primer capítulo, titulado: ¿Qué cosa es esa del erotismo?  “Lo siento. Nunca he sido maestro, ni conocedor en profundidad de este tema. Soy un investigador muy de superficie, pero experimentado y curtido en cien mil batallas. Tengo entendido que eso del erotismo es algo que tiene que ver con el amor y su ejecución física. Hasta ahí llego, como una vasta legión de aprendices de todo y oficiales de nada. A mi juicio, esa “cosa” se puede encontrar en infinidad de objetos, circunstancias, momentos, recuerdos, fotos, músicas… Alguien ha dicho que “Erotismo es creer lo que no vimos”. Bueno. Vamos a dejarlo ahí. Si acudimos a las definiciones, “erótico”, como adjetivo, significa “amatorio”. También, todo aquello perteneciente o relativo al amor sexual. “Erotismo” es la cualidad de erótico y todo lo que se refiere al amor y a la sexualidad. La “erotomanía” es la ilusión delirante de ser amado o un trastorno mental caracterizado por preocupaciones sexuales obsesivas. Y «erotómano» es el que padece erotomanía. Recuerdo canciones de los años 40: Una niña patinando, patinando se cayó, Y en el suelo se le vio… (Pausa cargada de erotismo) …que no sabía patinar.” 

Este fragmento pertenece a aquella popular canción titulada “Se va el caimán, se va por la barranquilla…” y que toda España aceptó que era una burla contra el general dictador. Nunca supimos si aquello era verdad, ni nadie nos dijo nada. De haber sido así, me hubiera divertido muchísimo. Y de alguna zarzuela o revista de la misma época. Va el chulapo y le dice a la chulapa: “Niña: Por lo que se ve, y por lo que se adivina, vaya un tormento para la imaginación”. 

La cosa del erotismo estaba agazapada, como el pecado (así decían los curas miopes de la época) en cualquier rincón de la vida. ―¡El pecado y el diablo con su tenedor, nos acechan! ¡Estad en guardia! Y por mucho que pregonaran los curas miopes, lo de la excitación estaba a la vuelta de cualquier esquina y nos acompañó a lo largo de nuestros años de juventud y madurez. El factor erótico puede surgir al contemplar la foto promocional de un dormitorio de un hotel con encanto. De una joven montando en bicicleta. De una turista remojándose en la fuente de la Plaza de España de Sevilla en un día con cuarenta grados. De cómo lleva los pantaloncillos tu vecina de enfrente mientras tiende la ropa y sus prendas más íntimas. De cómo luce paquete el repartidor de Butano. Cuando te anuncian por la tele cómo se pueden afeitar las zonas púbicas.   

Cuando ves a Elizabeth Taylor y Paul Newman en La Gata… Cuando ves a Ava Gardner y Richard Burton en La noche de la Iguana. Cuando ves un anuncio de Tampax para jóvenes que se bañan en la playa. Cuando… El erotismo más concentrado se puede encontrar en el escaparate de una lencería. En una peluquería unisex. En la mirada de una mujer sonriente rebuscando productos en las estanterías del súper del barrio. En el escote que la camarera te muestra generosa, al agacharse para ponerte el hielo del cubata. En las rodillas de la mujer, en el banco del parque, que no acaba de cerrarlas. En los muslos del hombre que cada vez los separa más. En la joven, que disimula ser mayor, y lee y relee librillos de poesía en la librería y mira y rebusca a hurtadillas y de reojo, a ver si alguien quiere leer su mismo libro… La que, en la playa, en la piscina, reduce la parte baja del bañador, para señalar el monte de Venus y llamar miradas e intenciones. En una mujer que luce sus nalgas tendida sobre la arena de la playa. Es tu compañera, semidesnuda, esperándote en la cama. El erotismo viaja con nosotros, porque ha nacido con nosotros. En lenguaje llano, el erotismo es lo que te predispone y prepara para hacer el amor”.
 

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