La Fiscalía ha elevado hoy a definitivas sus conclusiones en el juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia de Sevilla contra un hombre acusado de matar a su hermano en 2013 en La Rinconada (Sevilla), para el que pide 22 años de cárcel, mientras que la defensa solicita su absolución.
La acusación particular, que representa a la viuda y tres hijos del fallecido, también ha elevado a definitivas sus conclusiones y reclama 20 años de prisión por asesinato y tres por tenencia ilícita de armas.
Mañana está previsto que las tres partes presenten sus informes definitivos al jurado, compuesto por siete mujeres y dos hombres y que tendrá que emitir un veredicto respecto al acusado, Francisco G.C., de 47 años.
Las partes han señalado que en este caso no existen testigos directos de los hechos sino indicios, entre las que las acusaciones han resaltado los restos de pólvora localizados en el volante y en el cinturón y el gorro de paja que llevaba el acusado así como las imágenes de cámaras de seguridad que lo sitúan en el lugar de los hechos.
La defensa, por su parte, insiste en que todos los indicios han sido refutados y ha criticado la mala custodia de los elementos usados para incriminar al hombre, que ha sido increpado por sus familiares cuando ha abandonado la sala al término de la sesión del juicio de hoy y también lo fue ayer en un receso.
Durante el juicio, que comenzó el pasado lunes, una de las agentes de la Guardia Civil que participó en la investigación ha subrayado que no tenía "ninguna duda" de lo ocurrido por los restos localizados y por una bolsa de plástico que colocaron al fallecido en la cabeza, igual que las que tenía el acusado en su casa.
Dos amigos de la víctima que declararon como testigos han dicho que mientras limpiaban la nave en la que ocurrió el asesinato y en una fecha que no han podido concretar, encontraron una pistola envuelta en una bolsa de plástico junto a una caja de munición y se la dieron al hermano de uno de ellos.
El hermano, que también ha declarado como testigo, limpió la "pequeña" pistola, que estaba cargada, era del calibre 6.35 y tenía el cañón manipulado, y la llegó a usar en su campo, donde comprobó que tenía poca precisión.
Años después, el acusado se puso en contacto con los amigos de su hermano, que pensaban que el arma era del padre de la víctima, y les dijo que "tenían algo que no era suyo", en referencia a la pistola, tras lo cual les exigió que se la devolvieran.
Este caso tiene la peculiaridad de que la pistola utilizada en el crimen es la misma con la que fue tiroteado, en abril de 2012, un empresario sevillano, que no colaboró en esclarecer el caso y que dos días antes de ser atacado le ganó un pleito al acusado de matar a su hermano, lo que le obligó a entregar su vivienda para saldar la deuda contraída.