Es sabido que lo que no se conoce no existe y, en consecuencia, ni se valora ni se respeta ... ni se conserva. Por tanto, si de verdad queremos conservar nuestro patrimonio tenemos que difundirlo, para que pueda ser reconocido y apreciado. Por ello ha sido más que loable la iniciativa del Patronato del Real Alcázar y de la Casa Consistorial de organizar durante el mes de noviembre una serie de conferencias, cuyo contenido ha sido informar de los trabajos de investigación y de restauración que durante años se han venido, y se continúan, realizando en los dos monumentos.
Las conferencias fueron impartidas por los propios técnicos que dirigen esos trabajos y se celebraron en el Cuarto del Almirante todos los martes, con una asistencia media de cien personas. Comenzó el arqueólogo Miguel Ángel Tabales exponiendo el desarrollo y las conclusiones a que le han llevado sus investigaciones en el Patio de Banderas. Continuaron los restauradores Juan Carlos Pérez Ferrer y Sebastián Fernández Aguilera,tratando las novedades históricas tras los estudios multidisciplinares en algunas restauraciones recientes en el monumento. Les siguieron la arquitecta Cecilia Cañas y la restauradora Inmaculada Ramírez, pormenorizando los estudios e intervenciones en las techumbres del Cuarto Real Alto, y finalizó el ciclo la arquitecta Lola Robador, con la restauración del edificio renacentista del Ayuntamiento de la ciudad, en concreto su Sala Capitular, la escalera y la fachada.
La difusión es uno de los pilares básicos para dar a conocer y hacer accesibles los valores patrimoniales. Es uno de los métodos más eficaces para propiciar la conservación de nuestro legado, de todos nuestros bienes culturales y garantizar su transmisión a generaciones futuras. Difusión en su doble vertiente de dar, por una parte, accesibilidad al uso y disfrute del patrimonio a la sociedad y, por otra, como una actividad de transferencia de conocimiento.
Debemos recordar que el patrimonio pertenece y es producto de la sociedad, tanto en su materialización original como en su contextualización actual, si bien no siempre la sociedad es consciente del valor de pertenencia que posee ni del alcance del reconocimiento de todo lo que definimos como patrimonio. La difusión, igualmente, ha de estar en todo el proceso de gestión: desde el primer momento en que se obtienen resultados en una investigación sobre un bien patrimonial han de ofrecerse a los ciudadanos, bien a través de exposiciones, medios de comunicación, visitas, concienciación en distintos ámbitos de la ciudad (asociaciones de vecinos, colegios, institutos, asociaciones de mayores, etc.).
La difusión implica, también, una serie de acciones que normalmente tienen vida propia pero que son parte indisoluble de la gestión: la puesta en valor, la interpretación del patrimonio, el uso público y la incorporación de los bienes culturales en estrategias turísticas y/o de desarrollo local.
Por ello, sorprende que La Caixa no organizara una exposición en un establecimiento sevillano o en la propia Escuela de Arquitectura para mostrar públicamente el conjunto de paneles que presentaron los diez arquitectos de prestigio que fueron invitados para participar en el concurso restringido para la redacción del proyecto de restauración y revitalización de las Atarazanas Reales de nuestra ciudad, como personalmente se me dijo en la tarde del lunes 15 de junio de 2009 en la sede central de la entidad por los componentes de la Comisión evaluadora del referido concurso.
¿Qué autoridad de la propiedad del edificio patrimonial sevillano hizo desistir a la entidad promotora de esa citada exposición?. Sin duda se perdió una magnífica oportunidad de acercar las Atarazadas a los sevillanos y, fundamentalmente, de haber divulgado el alcance de la actividad del Caixafórum con las diez propuestas presentadas, donde se hubiese apreciado fácilmente cuales de ellas respetaban la legalidad vigente y cuales no.