Una pandemia, la guerra de Ucrania y los problemas endémicos de bodegas y productores del Marco de Jerez... ¿cómo está la situación ahora mismo?
—Ha habido un aumento brutal de los costes: la electricidad, el cartón - que ha subido en un año 4 o 5 veces, el vidrio también muchísimo... Nosotros hemos subido los precios significativamente en supermercados y Horeca, pero esa subida ni siquiera ha compensado la subida de los precios de materiales auxiliares. Nos preocupa esta inflación de los precios, pero hay buenas perspectivas de consumo.
Pese a esa subida de precios, ¿se mantienen los niveles de ventas?
—Enero y febrero han sido meses muy buenos, y pese a que la subida la aplicamos en febrero, por ahora no hemos notado descenso en alimentación aunque sí en algunos puntos del canal Horeca porque algunas bodegas o no han subido, o han subido muy poco.
El tema de los precios sigue siendo un caballo de batalla en el Marco... ¿no hay unanimidad para impulsar el valor de los vinos?
—No puede haber un acuerdo porque es ilegal, pero cada uno hace lo que puede. Nosotros estamos en supermercados a 5,95€ y una marca líder como La Guita, está en Mercadona a 4,75€.. Es muy sustancial la diferencia. A mi me gustaría ver en un futuro, y cuanto antes, mejor, que estuviéramos cerca de los 10 euros pero lamentablemente no hay una voluntad común de poner nuestros vinos en precios en los que tienen que estar. Una Manzanilla como La Gitana tiene unos cinco años de crianza y un Rioja Gran Reserva, serían unos cinco años, y por muy barato que lo encuentres... mínimo, 15 euros. Hay que aspirar a eso.
¿Qué ha fallado para la que la Manzanilla no alcanzara esos precios en el mercado y esa catalogación como un vino de una crianza mínima de 5 años?
—Ha habido una visión de vender a toda costa, de que es más importante vender más cantidad de cajas que el valor. Yo firmaría mañana vender la mitad de vino pero al doble del precio. Hay grandes bodegas que tienen mucho vino y que tienen que darle salida y por eso no están enfocadas en la rentabilidad. Mientras que haya manzanilla en 2 euros o 3 euros, mal nos va a ir.
Las últimas vendimias han estado más bien justas, hay algunas bodegas que este año ya van a necesitar mosto y se preveía una campaña también escasa...
—Si me llegas a hacer esta pregunta hace un mes, me pongo a llorar. Sin embargo, con estas lluvias de marzo ha caído más agua que desde septiembre. Ya con eso vamos a tener una vendimia razonable y quizás sea una buena vendimia.
Esto nos lleva a otra de las demandas del sector vitivinícola, el precio de la uva. ¿El origen, quizás, de que el producto final no alcance el precio deseado?
—Es una región muy peculiar porque entorno al 55% del viñedo pertenece a cooperativas, que sufren mucho el tema del precio. Para que la Manzanilla, en un lineal, cueste más de lo que cuesta ahora mismo, hay que empezar por la cadena de valor y eso empieza en la uva. Ha habido incrementos sustanciales en los últimos años, porque la de 2018 fue la última vendimia buena, y ha habido una subida del precio de la uva, pero es que debería subir más. Porque si la uva vale más, el mosto valdrá más y, por tanto, el vino también. Se ha pagado el kilo de uva a 0,40 euros, que es un precio ridículo. Debería estar en torno al euro. Desde el viñista al bodeguero, ganaríamos.
Se mantendría también el viñedo, porque otro de los problemas es el arranque de viñas...
—Tenemos la plaga de enfermedades habituales y la ‘plaga’ del olivo, el almendro... lamentablemente, cada vez más, se está arrancando viñedo y transformándolo en otros cultivo. Es comprensible por parte del agricultor, que busca su rentabilidad.
¿Hay apoyo desde las Administraciones ante estas problemáticas?
—Realmente no. Quizás a través de la PAC podrían ayudar mucho, igual que incentivan otros cultivos, incluir el de la vid. A nivel local, poco se puede hacer; quizás ayudas al mantenimiento de las bodegas que son patrimonio de la ciudad, serían muy bien recibidas. Es que la rentabilidad no permite tener los edificios como nos gustaría. Y, a nivel regional, ayudas a los viñistas, a la exportación como las hay a través de Extenda. Quizás se echan de menos ayudas a la inversión, desde el ámbito nacional y regional. A ver lo que pasa con estos fondos Next Generation, que se habla mucho pero no llega un duro. Los fondos no llegan y las empresas se mueren.
Ha habido una evolución en el sector hacia ofrecer experiencias de enoturismo. ¿Ese es el futuro?
—Hay ayudas al enoturismo pero no están bien implementadas porque se basan principalmente en los viñedos, que está muy bien, pero es que lamentable o afortunadamente, los cascos bodegueros de Sanlúcar se encuentran en el casco urbano , centro histórico, y por eso no tienen ningún tipo de ayudas al enoturismo o al mantenimiento de bodegas. Creo que el enoturismo es una fuente de divulgación del conocimiento y de ingresos, y nuestra evolución la estamos haciendo solos, sin ayudas.
Vuestro canal de comunicación con las administraciones es el Consejo Regulador, pero por lo que cuenta, ¿llegan realmente las demandas del sector?
—El Consejo Regulador es el interlocutor con la Junta. Hacen lo que pueden, no es fácil porque hay muchos sectores agrícolas en Andalucía. No me atrevería de decirte que haya un ‘menosprecio’ hacia la Manzanilla pero quizás sí echamos de menos un poco de más fuerza en la promoción exterior. Ahora sí que ha habido unos fondos europeos y se están haciendo algunas campañas, pero hay que afinar el mensaje paras que no entre la Manzanilla como un vino de Jerez ya que es una Denominación de Origen independiente. Hay que hacer una combinación de inversión público - privada. Las bodegas también tienen que poner también de su parte.
Sanlúcar, este año, al ser capital Española de la Gastronomía, sí que está teniendo la oportunidad de tener más altavoces mediáticos para la promoción de la Manzanilla. ¿Cómo valora este reconocimiento?
—Es un éxito haber conseguido la CEG. Me hubiera gustado que fuera como nombran las ciudades olímpicas, a años vista, para poder preparar la ciudad, desde el punto de vista de las infraestructuras, accesos, aparcamientos... Llego a pensar que a ver si vamos a morir de éxito, porque no es normal que en enero o febrero, en la plaza del Cabildo, haya colas kilométricas y que ese turista que se pega hora y media para comer, igual dice que ya no vuelve. Creo que ha sido un éxito conseguir la Capitalidad pero hay muchas cosas que mejorar. No debe ser una foto fija. Esto ha servido para ponernos en el mapa, pero los próximos años tenemos que seguir explotándolo, mejorando para ofrecer al turista una ciudad cómoda de visitar y que la gente quiera volver.