No tenían ni idea -al empezar en esto- de que las multinacionales de la música fabricaban cantantes, bandas y lo que se les antoja y los lanzan a los mercados como el que lanza una marca de zapatos. Ellos se reivindican como músicos, que hacen sus propias canciones, que las pulen hasta que todos están conformes y eso se traduce en que cantan y tocan lo que les gusta, porque ha salido de ellos.
Lalo es “el escriba” del grupo pero eso no quita que si hay que buscar mejor frase para que la letra sea redonda, todos colaboren hasta encontrarla. Y lo mismo con la música, es cuestión de perfección, primero cada uno con su parte, luego el grupo.
“Somos perfeccionistas”, dicen y reivindican que los ensayos no son una reunión de amigos aporreando instrumentos, sino trabajo, trabaja y más trabajo.
Eso lo hacen ahora que se han convertido en un fenómeno de masas para los más jóvenes, pero lo hacían también cuando Keko y Guille, el vocalista oficial y el bajo, comenzaron a tocar en un garaje, mal, claro, pero comenzaron. Nada que ver con lo de ahora.
Marcos, el batería y portavoz del grupo –que en realidad es el que más habla, porque hablan todos- es el único que no es madrileño. Es de Zaragoza y tiene el desparpajo de los que saben qué quieren, como todos los demás.
El grupo se formó poco a poco, porque tras la incorporación de Marcos –y aquello ya comenzaba a sonar bien- lo hicieron Alex y Lalo, los dos guitarristas. Y aquello ya no paró.
¿Hemos hablado del contexto que los aleja de las boyband prefabricadas? Estudiaban en distintos institutos de Madrid. Keko y Guille contactaron con Marcos a través de Tuenti y con Alex y Lalo porque los conocían de otro instituto. O sea, que tuvo su trabajo.
Del garaje entre coches pasaron a los locales que pone a disposición de los jóvenes el Ayuntamiento de Madrid –a ver si aprenden otros que la música y la cultura en general no es cortoplacista y además cuesta dinero que luego se recupera- y ahora son la salvación de esos locales. Porque si ellos triunfan es que hay muchos más que pueden hacerlo gracias a las facilidades que les dan para ensayar.
Reivindicación localista aparte –estamos en San Fernando, donde no hay eso, sentados tranquilamente el patio de una casa antigua sede de un periódico, no en un estudio de televisión- queda clara la reivindicación del grupo, de que son músicos y que además han tomado el camino más difícil, ese en el que hay que cocinarse lo que se come.
Cuentan, eso sí, con ayuda ‘divina’. Los Ángeles de la Música, la primera start-up musical de España, pero ellos son los que trabajan las redes sociales, personalmente, cada uno en una parcela diferente.
Son roqueros, pero suenan a todo. A clásico y a rap, con lo que hay en medio, que es mucho. O sea, música. Pero suenan duro, como dios manda y con un halo distinto que le pone la sensibilidad de unos chavales de 20 y 21 años que todavía se permiten el lujo de dejarle un lugar a la inocencia. Y no se confundan.
Ya no se hacen discos a la antigua usanza. Se hacen canciones. Una tras otra.
Dama y Vagabundo hasta
Estoy Loco. Todo está en un disco físico, a modo de recopilación, para el que quiera tenerlas todas.
#MillennialsRock está en el mercado y lo que promocionan ahora, recién llegados de Méjico. Cantan en español y lo reivindican (más reivindicaciones) pero sobre todo cantan bien. Tocan bien.
“Somos perfeccionistas”, dicen. Y se nota. Y lo serán más porque a lo que llevan dentro y han sacado a base de ensayos suman el estudio, estudios musicales y estudios universitarios, que los harán mejores músicos y personas formadas, algo primordial para soportar la presión de ser una banda de éxito. Que eso sí que es un peligro. La presión. Muy malos ejemplos hay.
¿Después de todo esto creen que es una boyband? Yo sólo vi a un grupo de chavales desenfadados, llenos de vida, llenos de música y tan normales y corrientes que muchos que los vean pensarían que no son lo que están llamados a ser. Y serán.
Bromas aparte. Estos son músicos.
Gracias por venir a nuestra casa. La próxima vez apretaremos mejor el soporte del micrófono.