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Los Secretos clausuran a lo grande en Madrid la gira ?Gracias por elegirme?

Tenían todas las papeletas para abandonar el negocio antes que nadie, pero Los Secretos han resistido los crueles golpes del destino para alcanzar una madurez musical que el viernes, ante 12.000 espectadores, inundó de emoción el Palacio de los Deportes de Madrid.

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  • El cantante del grupo musical Los Secretos, Álvaro Urquijo, durante el conciertodel viernes ne Madrid. -
Tenían todas las papeletas para abandonar el negocio antes que nadie, pero Los Secretos han resistido los crueles golpes del destino para alcanzar una madurez musical que el viernes, ante 12.000 espectadores, inundó de emoción el Palacio de los Deportes de Madrid.

La despedida, aunque sea temporal, siempre resulta un momento distinto, más intenso, y bien que lo entendieron Los Secretos al afrontar el espectáculo que, en el recinto capitalino, echaba el cierre a la gira Gracias por elegirme.

Durante más de dos horas, Los Secretos desgranaron un repertorio que abarcó de manera exhaustiva sus más de treinta años de carrera, imbuyendo el pabellón de una atmósfera ochentera que comenzó a tomar cuerpo desde la misma aparición de los teloneros.

Banda hermanada a Los Secretos desde los tiempos en que ambas surcaban la Nueva Ola, Mamá actuaron, tras los madrileños 84, para ofrecer un ejercicio en el que se entremezclaron la nostalgia de sus temas clásicos y las novedades de La mejor canción, su álbum de regreso al panorama musical.

El público ya se había desperezado y, con el pabellón a reventar, una cuenta atrás anunció la inminente salida de Los Secretos, que dejaron atrás las bambalinas y ocuparon el escenario envueltos por una vibrante ovación.

Las primeras notas de A tu lado dieron el pistoletazo de salida a un recital que continuó con Margarita, No me imagino, Colgado y El hotel del amor, un tema que Los Secretos no interpretaban “desde hace 12 años”, según afirmó el guitarrista y cantante Álvaro Urquijo.

El respetable, que hasta entonces se había dedicado más a charlar con el vecino que a escuchar a los músicos, terminó de implicarse cuando sonaron los acordes de La calle del olvido, una ranchera vivamente coreada.

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