La obra de este joven escritor, que reside en la localidad de Jaffa, enclavada en Tel Aviv, narra las vicisitudes de un ciudadano de a pie, "absolutamente tímido", que por un error se ve forzado a suplantar al líder de un partido político.
Esa circunstancia le lleva a vivir una serie de aventuras inverosímiles para intentar acabar con el régimen totalitario de Miranda, un Estado que tiene un poco de cada de uno de los países sudamericanos, ha explicado hoy el autor tras hacerse público el fallo del premio.
Ungar (Bogotá, 1974), que presentó la obra con el título de "Miranda" y bajo el pseudónimo José María Loos, define "Tres ataúdes blancos" como una farsa con un gran componente de humor negro, entroncada en parte con otras "novelas de dictador", como las de su compatriota Gabriel García Márquez, autor que reconoce que siempre ha leído como si fuera un clásico, "un escritor muerto".
Ungar, el primer colombiano que gana el Herralde y que tomó el nombre de Miranda de una película de Luis Buñuel -donde aparecía el embajador de este supuesto país-, señala que su novela refleja cómo la ciudadanía normal de estos países se relaciona con la política.
"La realidad es tan desbordante que no me he tenido que inventar nada, he sacado eventos tomados del día a día; en Colombia o Perú ocurren algunas cosas que cómo material literario resultan excesivas", afirma el escritor que define al dictador de su obra como un político de corbata y cuello blanco, elegido democráticamente, pero igualmente tirano.
El thriller absurdo, "todos quieren matar al protagonista, tanto sus compañeros como la oposición", viene acompañado por una historia de amor que sirve de hilo conductor pero igualmente tamizada por el humor.
Este narrador colombiano es autor de numerosos cuentos, -publicados en cinco lenguas en más de 25 antológicas- crónicas -que aparecen periódicamente en revistas de EEUU, Holanda y Colombia- así como un par de novelas en castellano: "Zanahorias voladoras" y "Las orejas del lobo", finalista en 2008 del premio Courier International de mejor libro extranjero.
A Ungar, un arquitecto que no ejerce y que vivió en Barcelona de 1999 a 2004, aunque alejado del mundo literario, es aficionado a la literatura norteamericana y cree que en la confección de esta novela le han influido más algunas películas y músicas, y lo que oye en la calle, que un canon literario concreto.
En este sentido, apunta el sentido del humor como uno de los elementos básicos presentes en la cultura de su país: "tras una matanza, esa misma tarde ya hay un chiste, reirse de lo trágico es algo muy colombiano, hay algo que conecta la risa y la muerte", asegura Ungar, de ascendencia judía centroeuropea, que ha acabado viviendo en Jaffa de la mano de su mujer, originaria de los territorios ocupados.
El escritor, que lleva muchos años fuera de su país, es muy crítico con los gobernantes de Colombia y la vecina Venezuela. Hugo "Chávez es un líder populista que se vende como izquierda, y que está confirmando todo los tópicos de la derecha sobre la izquierda", señala el novelista.
Ungar colabora para diversos medios escritos desde su residencia en Jaffa, donde está preparando otra novela sobre una secta que se ubica entre Brasil y Alemania, y no descarta escribir sobre los territorios ocupados, "aunque es muy complicado hacerlo sin ser de allí", reconoce el autor, que lamenta la censura implantada hoy en día en Israel.
En sus últimas ediciones, el premio Herralde -que este año ha tenido como jurado a Salvador Clotas, Marcos Giralt Torrente, Luis Magrinyà, Vicente Molina Foix y el editor Jorge Herralde- recayó en "Casi nunca", de Daniel Sada (2008) y en "La vida antes de marzo", de Manuel Gutiérrez Aragón, ganador el año pasado.