Elecciones concebidas como un plebiscito que medirá el pulso político de movimiento pro-democrático que ha protestado de forma masiva en las calles desde junio
Una relativa calma domina en Hong Kong la víspera de las elecciones de distrito, que se celebrarán mañana bajo estrictas medidas de seguridad y concebidas como un plebiscito que medirá el pulso político de movimiento pro-democrático que ha protestado de forma masiva en las calles de la ciudad desde junio.
Para evitar que las autoridades cancelen los comicios con el pretexto de la violencia, el movimiento social -sin un líder claro- que afloró desde el descontento de los jóvenes ha aplacado la furia que había desatado una batalla campal el pasado fin de semana en los campus universitarios de Hong Kong.
Aunque una variada amalgama de partidos concurre a las elecciones, hay dos bloques claramente diferenciados: los prodemocráticos -casi siempre de amarillo-, que defienden el sufragio directo para elegir al jefe del Ejecutivo; y de azul, los pro-Gobierno, cercanos a Pekín.
En total se han presentado 1.090 candidatos que compiten por 452 puestos de concejal de distrito, un cargo de escasa relevancia política que se ciñe a cuestiones de la comunidad, como la mejora del transporte público, las zonas verdes o la gestión de basuras.
Sin embargo, para los candidatos alineados como el movimiento prodemocrático -la mayoría han participado activamente en las protestas-, los comicios son una prueba para testar su verdadero alcance y aglutinar el voto de los descontentos con la creciente influencia de China en la antigua colonia británica.
En la actualidad, el movimiento democrático acapara unos 110 escaños y los análisis más optimistas apuntan a que mañana podrían aspirar a reunir unos 200 concejales, lo que sería un triunfo.
"Mañana no son sólo las elecciones de concejales de distrito, mañana es la oportunidad de que los hongkoneses alcen su voz y expresen su apoyo o no al movimiento", apuntó en una entrevista con Efe Cheung Kai Yin, una activista de 33 años que se presenta por el Partido Democrático por el distrito Calle Centro, en el barrio de clase media obrera de Sai Ying Pun.
En las últimas semanas, ha aparcado su papel de manifestante para volcarse en su candidatura, con una media de diez horas diarias haciendo campaña a pie de calle y repartiendo propaganda electoral.
"No veo el fin de las protestas aunque los prodemocracia ganemos las elecciones. Creo que van a seguir porque la gente está muy enfadada con el Gobierno", apuntó Cheung, en la mínima oficina de la ONG para la que trabaja, reconvertida en su centro de campaña, inundada de cajas, montañas de propaganda electoral y carteles.
Las aspiraciones políticas de la activista no son nuevas: ya se presentó sin éxito a las municipales de 2015, espoleada por la Revolución de los Paraguas de 2014, en la que también participó activamente para pedir más democracia y libertad para Hong Kong.
Según Cheung, ese movimiento fracasó porque los diferentes líderes no estaban unidos, pero las protestas de los últimos cinco meses -que han causado al menos dos muertos y 4.500 detenidos- tienen éxito porque "no hay un liderazgo que destaque, sino un movimiento unido que está probando diferentes métodos" que van desde el voto hasta la agitación social o la violencia.
"No importa en qué espectro te sitúes mientras estés dentro del movimiento. Hacemos todo lo que podemos para resistir la opresión de China", espetó la candidata, que aún vive con sus padres porque los altos precios del alquiler en Hong Kong -considerada por diversos estudios como la ciudad más cara del mundo para vivir- no le permiten emanciparse.
En el mismo barrio, en el distrito contiguo de Universidad, el candidato independiente Stephen Chan Chit Kwai también hace campaña para revalidar su puesto de concejal y "seguir sirviendo a su comunidad en asuntos importantes al margen de la política".
Chan confía en que las elecciones de mañana transcurran en un ambiente tranquilo y desea que cese la violencia en la ciudad en la que nació hace 60 años, la capital financiera de Asia y que durante años gozó de los niveles de desarrollo más altos de la región.
"Tienen el derecho humano a protestar o pedir al Gobierno que haga más cosas por ellos. Pero creo que hay formas más civilizadas de manifestarse", indicó a Efe Chan, quien asegura que "todo el mundo está enfadado por el recrudecimiento de la violencia".
Chan comparte con los activistas prodemocráticos el deseo de reclamar más libertades y mejoras sociales, pero discrepa del uso de la violencia y la búsqueda de la confrontación con Pekín.
"China es la madre de Hong Kong. Aunque tenemos la Ley Básica (una suerte de Constitución local) bajo el modelo 'un país, dos sistemas' (que rige la autonomía de la excolonia), que la gente de Hong Kong atesora con orgullo", señaló.
Según Chan, Hong Kong necesita el apoyo de China a nivel económico y financiero -la ciudad se ha beneficiado durante décadas de ser la puerta de entrada el 70 % del capital extranjero dirigido a la China continental-, aunque rechaza un aumento de la injerencia militar.