Los dos agentes murieron pasadas las dos de la tarde de ayer al ser alcanzados por la explosión de una potente bomba que destrozó completamente el coche patrulla en el que se encontraban los dos guardias civiles y que estaba aparcado junto a un cuartel del instituto armado.
Carlos Sáenz de Tejada García (Burgos, 1980) y Diego Salva Lezaun (Pamplona, 1982) eran dos jóvenes agentes que habían ingresado en la Guardia Civil el año pasado, por lo que llevaban muy poco tiempo prestando servicio en el instituto armado.
Las primeras investigaciones habían barajado la posibilidad de que se tratara de una bomba-lapa adosada a los bajos del vehículo o también un artefacto activado a distancia por los terroristas y que se encontraría junto al coche patrulla de los agentes.
Fuentes de la investigación apuntaron a Efe la hipótesis de que los terroristas colocaran el artefacto instantes antes de la explosión junto al vehículo, o incluso encima del techo, una vez que los agentes estaban en su interior.
El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que visitó el lugar del atentado y expresó sus condolencias a los familiares y compañeros de los dos agentes asesinados, aseguró que todavía se siguen investigando las circunstancias de la explosión y si se trata de una bomba-lapa o no.
Rubalcaba, en declaraciones a los periodistas, sí confirmó que los artificieros hicieron explosionar ayer de forma controlada en los aledaños de otro cuartel de la Guardia Civil, una bomba-lapa colocada en otro coche patrulla ante la imposibilidad de desactivarla.
Precisamente la bomba-lapa fue también el método terrorista utilizado en el anterior atentado mortal de ETA, el asesinato del inspector de Policía Eduardo Puelles en Arrigorriaga (Vizcaya) el pasado 19 de junio.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero habló ayer dos veces con el Rey para informarle de los detalles del atentado de Calviá.
Según informaron fuentes del Ejecutivo, Zapatero trasladó a don Juan Carlos las últimas noticias del Ministerio del Interior y de la investigación sobre la explosión del coche patrulla de la Guardia Civil.
El jefe del Ejecutivo tiene previsto volar a Palma acompañado del líder del PP, Mariano Rajoy, en cuanto se instale la capilla ardiente por los dos agentes asesinados.
Ante las fundadas sospechas de que los etarras continúen en Mallorca, las Fuerzas de Seguridad del Estado han puesto en marcha la conocida como Operación Jaula y bloquearon los accesos a la isla por mar y aire.
El aeropuerto de Palma de Mallorca estuve cerrado hasta pasadas las seis de la tarde para evitar que los terroristas pudieran huir de la capital balear.
Son San Joan es uno de los aeropuertos de más tráfico de toda España, con más de 86.000 viajeros diarios, en especial durante el verano debido a la afluencia de turistas a las Islas Baleares.
El puerto de Palma también estuvo cerrado al tráfico y se han establecido controles en las carreteras para intentar localizar a los autores del atentado, el primero registrado en Mallorca con víctimas mortales.
El lugar del atentado es una zona muy concurrida de Palmanova junto a una oficina de Correos y en la que hay muchos hoteles, apartamentos turísticos y cafeterías y que quedó acordonada y cerrada al tráfico.
Los numerosos turistas alojados en los hoteles cercanos se vieron obligados a permanecer en sus habitaciones durante varias horas como medida de seguridad.
El lugar escogido por los terroristas se encuentra a escasos kilómetros del Palacio de Marivent, la residencia veraniega de los Reyes, que tienen previsto llegar a Mallorca el próximo sábado 1 de agosto.
El atentado de Mallorca es el segundo atentado de ETA en poco más de 24 horas, después de la explosión de una potente furgoneta-bomba contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Burgos, con la que la banda terrorista buscaba una masacre.
A pesar de que la Casa Cuartel de Burgos ha sufrido importantes daños materiales, sólo medio centenar de personas, entre ellos varios niños, tuvieron que ser atendidos por heridas leves.
Desde hacía aproximadamente una semana, las Fuerzas de Seguridad del Estado se encontraban en máxima alerta ante la posibilidad de que ETA perpetrara un atentado inminente.
