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Uno de cada tres universitarios españoles deja la carrera ?colgada?

Cuando Miguel Fernández terminó Selectividad lo que más le gustaba eran los ordenadores, y se matriculó en Informática. En primer, se desilusionó -"muchas Matemáticas y poca práctica"- y dejó la carrera, situación por la que pasó dos veces más. Uno de cada tres universitarios abandona los estudios.

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  • El comportamiento académico de los estudiantes preocupa en el ámbito universitario

Cuando Miguel Fernández terminó Selectividad lo que más le gustaba eran los ordenadores, y se matriculó en Informática. En primer, se desilusionó -"muchas Matemáticas y poca práctica"- y dejó la carrera, situación por la que pasó dos veces más. Uno de cada tres universitarios abandona los estudios.

 

El comportamiento académico de los estudiantes preocupa en el ámbito universitario. La impresión es que se ha ido reduciendo el esfuerzo y los resultados, y hay fallos en el sistema docente.

 

Los alumnos suspenden cuatro de cada diez créditos de los que se matriculan, faltan a clase con frecuencia o no se evalúan, y el abandono es, en algunas titulaciones, superior al 40%, según el informe "La Universidad en Cifras", de la Conferencia de Rectores (CRUE).

 

Por un lado, se acusa la falta de motivación de los estudiantes y, por otro, no hay ninguna presión sobre el profesorado para que dé cuentas de su programa y sus resultados, explica a EFE el director del estudio, Juan Hernández Armenteros.

 

"Si el alumno no quiere aprender -señala este profesor de Economía de la Universidad de Jaén- por mucho que yo me esfuerce es imposible que obtenga buenos rendimientos, pero también el docente debe reflexionar por qué no consigue un objetivo o por qué los alumnos no progresan".

 

La Ley de Reforma Universitaria (LRU) de 1983 ha llevado a "una incentivación de la investigación, que está muy bien, y una relajación de la docencia que se ha alargado demasiado" -añade- "y habría que reflexionar sobre la rivalidad entre ambas funciones".

 

En su opinión, el profesor se vuelca en la investigación. Tiene mayor reconocimiento profesional, es necesaria para promocionar y está retribuida adicionalmente y, "si te preocupas de una cosa, difícilmente puedes preocuparte de la otra: del comportamiento académico del alumno, si se matricula de tantos créditos, si se evalúa, si aprueba, si se va o si se queda a vivir en la universidad".

 

 

 

La trayectoria de Miguel Fernández resume, en muchos casos, las razones del abandono: falta de motivación, de vocación, absentismo y horarios incompatibles con un empleo.

 

En el segundo intento, Miguel optó por una doble titulación: Derecho y Empresariales, por la salida profesional y por seguir la tradición de su padre, abogado.

 

Pero "nunca me gustó mucho estudiar", explica a EFE, y "no me dejaba tiempo para mí, ni para ganar algún dinero". En tercero de carrera hizo un parón de un año para trabajar como comercial en una empresa de Informática. "Viajé y me gustó el trato con la gente".

 

Su familia no aceptaba de buen grado que abandonara los estudios y retomó Empresariales, sin dejar el empleo. Tampoco llegó a buen puerto. "O no iba a clase, o no estudiaba, o no hacía los trabajos... Entras en una dinámica en la que es difícil echar marcha atrás".

 

Ahora, este madrileño de 26 años trabaja en el departamento de Comercial y Marketing de una empresa de alimentación, y no descarta hacer algún máster para "avanzar" profesionalmente.

 

 

 

La Universidad sigue perdiendo alumnos. En el curso 2006-07, 228.611 jóvenes ingresaban en los centros públicos, según el informe de la CRUE, al tiempo que otros 92.593 dejaban la carrera. No se sabe cuántos de ellos cambiaron de titulación.

 

El abandono en primer curso se situó en torno al 30% en 17 universidades públicas y en el 55% en la UNED.

 

Tasas "relativamente elevadas", señala el director del informe, aunque hay diferencias: En Ciencias de la Salud, la deserción es del 8%, excepto en Farmacia, con un rendimiento mucho menor y una permanencia mayor de la programada, "porque la mayoría, hijos o familiares de farmacéuticos, tienen el empleo resuelto".

 

En Experimentales y Sociales el abandono está próximo al 30% y en torno al 40% en Humanidades y las titulaciones Técnicas, según Hernández Armenteros.

 

Todavía un 20% de estudiantes no cursa la carrera deseada -como ejemplo, Biología, Nutrición o Ciencias Ambientales recogen aspirantes a médicos que no alcanzaron la nota- y sólo un 12% estudia fuera de su comunidad.

 

Y puede condicionar el fracaso. La granadina Teresa Rodríguez supo en el primer cuatrimestre que Ambientales no era lo suyo. Se matriculó valorando la oportunidad laboral, porque siempre había querido ser periodista y en Granada no había esa titulación.

 

"Entre Física, Química y Matemáticas, no sabía por donde empezar", recuerda, y abandonó. Al año siguiente se fue a estudiar Periodismo a Murcia y después a Madrid, donde acaba de terminar y trabaja con una beca. "Nunca había sacado tan buenas notas", afirma.

 

Los alumnos de Comunicación, señala Hernández Armenteros, no tienen tantas expectativas profesionales, pero lo suplen con "ilusión" y obtienen buenas calificaciones. Al igual que Bellas Artes, con un fracaso prácticamente nulo, o Magisterio, una carrera vocacional, corta, y con seguridad en el empleo a medio plazo.

 

Derecho y Economía se eligen por su polivalencia, mientras que en Humanidades el rendimiento es bajísimo. Hay pocas opciones laborales y al alumno no le importa pasar muchos años en la facultad.

 

El gasto corriente para la Administración, por cada uno de estos alumnos, es de unos 5.000 euros, pero "el precio que ellos pagan es bajo", argumenta Hernández Armenteros, y "habría que actuar".

 

 

 

Los datos piden una reflexión, cuando estamos a punto de entrar en el Espacio Europeo de Educación Superior.

 

Esta etapa traerá cambios, se reducirá la presencialidad del profesor y las clases magistrales, y es previsible -afirma Hernández Armenteros- "un resultado que pueda ser más negativo". "Si no hay un plan docente, periódicamente evaluado, no mejorará".

 

¿Se puede hablar de fracaso universitario? "No. Estamos en la media de otros países", responde el profesor de Economía, y, contraponiendo recursos y resultados, "somos supereficientes. Gastamos la mitad que Reino Unido, Alemania, Holanda y otros países en formar titulados que son competitivos". Pero se puede mejorar.

 

Hay un problema de "cultura interna" -opina-. "El alumno no es consciente de que le es exigible un esfuerzo, de que cuando ocupa una silla paga una parte muy baja del coste de la silla".

 

Y se puede actuar en cuanto a los años de permanencia: Si el alumno no responde con aprovechamiento, no termina en el tiempo programado, "o abandona rápido o, si quiere vivir en la universidad, debe pagarlo".

 

Pero hay otros problemas que no favorecen el cambio, plantea. "Habría que debatir si el modelo de gobierno es el adecuado para la Universidad".

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