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Málaga

"Necesitamos a alguien que pare a este loco"

Dimitry Bandrovsky y Anna Bandrovska viven desde Torremolinos con incertidumbre la invasión de Ucrania por parte de Rusia

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  • Dimitry Bandrovsky y Anna Bandrovska están ayudando desde Torremolinos a sus compatriotas. -
  • Dimitry Bandrovsky ha puesto en marcha un proyecto en el que agrupa las organizaciones y voluntarios que ofrecen ayuda a ucranianos

Desde la madrugada del 24 de febrero Anna y Dimitry se alegran si han dormido más de dos horas. El móvil y el ordenador parecen dos extremidades más del cuerpo y las notificaciones no paran de llegar. Viven a más de 4.000 kilómetros por carretera de su país, que vive desde esa noche la invasión de Rusia por orden de Vladímir Putin. 

Estos dos jóvenes ucranianos residen en Torremolinos desde hace cinco años junto a su perro de agua, Toby, que durante esta entrevista, como si supiese que algo pasa con sus dueños, no para de prestarles atención y cariño.

En su ventana cuelga la bandera de Ucrania y en el ascensor han pegado un cartel para informar de cómo pueden ayudar los malagueños a sus compatriotas ante el avance de las tropas rusas y el fin de la paz en Europa.

La situación

“Quise ir a ayudar en la frontera con Eslovaquia, pero me aconsejaron que con mi coche pequeño no podría ayudar”, explica Dimitry a Viva Málaga, al tiempo que recuerda que más de 100.000 personas cruzan la frontera cada día huyendo de la guerra.

Precisamente, su familia reside a 500 metros de la frontera entre Ucrania y la Unión Europea. “No quieren abandonar, dicen que protegerán su ciudad. Además, tienen una decena de personas como refugiadas en su casa en el campo. Están oyendo sirenas tres veces al día, por lo que tienen que entrar en el refugio a diario”, detalla esta pareja.

Caso distinto es el de la familia de Anna, que vive en la ciudad de Netishyn, al oeste de Ucrania, y a tan solo cinco kilómetros de la planta de energía nuclear de Khmelnytsky. Ante el asalto a la central nuclear de Zaporiyia, sus padres decidieron abandonar el país. “Se han quedado en la casa de los padres de un amigo en Polonia y dicen que nunca se han sentido tan bienvenidos en su vida. Han pasado la primera noche seguros después de varios días”, escribió Anna en sus redes sociales a finales de la semana pasada. “Mamá dice que por fin ha parado de temblar y ha podido ver una tímida sonrisa en la cara de mi padre”, relató al día siguiente. Esa noche todos durmieron tranquilos: allí y aquí.

Dispuestos a ayudar

“Los primeros días piensas en la familia y amigos, que escapen, que tengan comida. Es lo primero en lo que piensas”, afirma Dimitry. Sin embargo, pasados los días y sabiendo que esta guerra no acabará, desgraciadamente, en las próximas semanas, decidió poner de su parte. No había podido viajar a Ucrania a ayudar a los suyos, pero lo haría desde aquí.

De esta manera, tiró de sus 20 años de experiencia en Telecomunicaciones (trabaja para una empresa francesa en el PTA) para ser de utilidad. Así nació el proyecto www.mapahelp.me, un mapamundi en el que se recoge toda la ayuda que los ciudadanos alrededor del mundo están dispuestos a ofrecer a los ucranianos en una situación tan complicada como la actual: alojamiento, alimentos, desplazamiento o ayuda médica, así como psicológica. “Hay que unificar esfuerzos por lo que, con este proyecto quiero contribuir a agruparlo toda ayuda, tanto de parte de organizaciones como de ciudadanos”, detalla Dimitry, quien asegura que está recibiendo ayuda de su hermano, así como de otras personas.

La iniciativa está en estos momentos en un segundo plano, ya que esta pareja ha centrado sus esfuerzos en los últimos días en ayudar a los padres de Anna a salir del país. “Viajan con una mascota, por lo que el viaje hasta aquí es aún más complicado. Además, hemos ayudado a más gente en los últimos días a coordinarse para viajar hasta España”, afirma Anna.

En estado de shock

“Todavía no entiendo por qué estamos en guerra. Es frustrante. Necesitamos que alguien pare ya a este loco”, afirman en referencia a Putin.

Además, aseguran que desde el minuto uno se sintieron apoyados por compañeros de trabajo de otras nacionalidades, como Australia o Brasil, pero no ocurre lo mismo con la familia rusa de ella. “Mis familiares rusos dicen que no hay guerra, que es mentira. En los medios rusos el primer día había imágenes celebrando el final del invierno, nada de la guerra”, explica con resignación.

A pesar de los duros momentos por los que están atravesando, confían en la lucha de sus vecinos y lanzan un mensaje de esperanza tratando de comprender, si es que se puede, la barbarie que atraviesa su país de origen. “Los ucranianos creemos que Putin nos odia porque podemos enseñar a su pueblo qué es la libertad, los derechos humanos y qué es el éxito y así no necesitan tener un líder”.  "Quieren destruir todo lo ucraniano para desmoralizar a las personas". Ya han atacado el Museo Histórico y Cultural de Ivankiv y se han perdido 25 obras de la artista ucraniana Maria Primachenko. Además, el Antonov AN-225 Mriya, el avión más grande del mundo, fue destruido por un ataque ruso. "Mriya significa sueño en ucraniano. No puedes matar un sueño. Lo construiremos de nuevo", dice Dimitry con una sonrisa.

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