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La escritura perpetua

Y… malagueña (II)

Diana Navarro eleva la voz hasta el cielo o bien la conduce con suavidad, poco a poco, al mínimo, al suelo, cuando canta una nana

Publicado: 28/04/2022 ·
19:01
· Actualizado: 28/04/2022 · 19:01
  • Diana Navarro.
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El escenario del Auditorio Nacional (Madrid) está lleno de músicos, un magnífico director de orquesta (Juan Manuel Alonso), un narrador (el actor Gonzalo de Castro), un bailarín (Fran Espinar), pero entonces irrumpe sobre las tablas la malagueña Diana Navarro para cantar en el espectáculo ‘El amor…Falla’, y lo cubre todo, se apodera de todo, vestida de negro, remorena, el pelazo suelto, andaluzona, y se mete a cantar entre los músicos, “Señor Jesús, que estás dormido”, y su voz cubre la totalidad del teatro, esa voz arrasa, es el arte con rostro hermoso de mujer de ojos negros, un arte del que se ha dicho: “Su voz es la armonía hecha carne”. Diana Navarro eleva la voz hasta el cielo o bien la conduce con suavidad, poco a poco, al mínimo, al suelo, cuando canta una nana. Esta cantante vive un momento decisivo en su carrera, en la que la perfección de la voz crece, pero ella también se hace actriz -viene de triunfar en la obra ‘En Tierra Extraña’-. Y el público, pese a la solemnidad del entorno, le grita “guapa”, y le dice “feliz cumpleaños”, porque la cantante cumple años ese día. Qué maravillosa crónica hubiera dedicado a este espectáculo el gran José Miguel Ullán. ‘El amor…Falla’ es también un extraordinario homenaje al compositor Manuel de Falla, que pasó su vida herido por la soledad -“no tengo a nadie con quien hablar de amor”- pero, en realidad, y lo subraya el programa, tuvo dos inmensos amores: Dios y la música. Gonzalo de Castro narra de manera sobria y colosal, entre canción y canción, momentos de la vida de don Manuel. Sobresale la fe del compositor en Dios. Pronunció frases como: “Hago música con la ayuda de Dios”; “La guerra es un error (…) Mi querido Dios, Tú que eres Amor, devuélvenos la alegría”; “El mundo, mi querido Dios, ha dejado de gustarme”. El espectáculo, como afirman el autor de la dramaturgia, Pedro Villora, y el director de escena, Alberto Frías, “es un acto de amor a don Manuel a través de su concepto de la vida, del arte y del propio amor”.

Manuel de Falla se marchó muy joven a París. “He venido a París porque esta ciudad es sinónimo de arte, amor y belleza”. Pero él quiso, sobre todo, a Granada, ciudad que conoció años después junto a sus amigos María y Gregorio Martínez Sierra. Se ha dicho que es el compositor que con mayor audacia y acierto ha consagrado la perfección técnica y la sabiduría más exquisita al cuidado y la transformación de las formas populares. En ‘El amor…Falla’ se interpretan, entre otros, varios cuadros de ‘El amor brujo’ o ‘El corregidor y la molinera’. Y Diana Navarro brilla con ojos de noche y voz de almendra.

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