El Jueves Santo se vivió una noche de grandes emociones en las calles de Algeciras, dond e el dolor, representado en los pasos de El Nazareno y Las Tres Caídas, fue rematado por el duelo de El Silencio
Los corazones volaron al cielo en la noche del Jueves Santo algecireño, donde toda una ciudad siguió a su Nazareno por las calles del centro, después de que horas antes el Santísimo Cristo de las Tres Caídas desfilara desde su capilla de San José Artesano en el que es el mayor recorrido de la Semana de Pasión algecireña.
Los dos pasos mantuvieron su especial vínculo con los feligreses, cofradías que mueven especialmente a la pasión y al sentimiento de sus hermanos, que a través de la poesía del movimiento, el fuego de la música y el aroma de su tradición, empatizan con el sufrimiento de su Cristo.
Pasión de lágrimas, de suspiros y de saetas, que sigue a sus imágenes año tras año, renovando una fe que nace en lo más profundo de la forma de ser y sentir del pueblo algecireño. Especialmente emotivas fueron las carreras oficiales de ambos pasos, meciéndose con singular maestría de capataces y costaleros. La pasión, que alcanzó su eclosión en las recogidas, con el emocionante clamor del himno de España, desembocó en un moribundo y decadente sentimiento de pena, que acabó embriagando a todos los presentes en la plaza Alta, y que una hora antes habían vivido la exaltación de su Cristo en la cruz.
Era la hora del silencio, el recogimiento y el único sonido fúnebre del tambor y los vientos. La procesión de El Silencio ponía así el broche a una noche elevada, que acababa sumergiéndose en el dolor más profundo ante el cadáver del hijo de Dios.