No quiso el consejero de Agricultura de la Junta de Andalucía, Luis Planas, mojar el pan en el aceite de oliva virgen extra. Cortó la cinta, sonrió, departió con propios y extraños, pero no mojó el migajón en el caldo jienense. Tampoco sus acompañantes insistieron mucho, fuera a ser que hubiera razones mayores, aunque a la misma hora que el consejero rehusaba el aperitivo, se presentaba el estudio español “Prevención con Dieta Mediterránea”, Predimed, que demostraba que la dieta mediterránea, acompañada de aceite de oliva y algunos frutos secos, previene las enfermedades cardiovasculares. No se lo tuvo en cuenta un simpático ciudadano chino que demostró su fidelidad al consejero Planas desde su comparecencia ante los medios hasta bien avanzado el paseo ceremonial haciéndose fotos aquí, allá y acullá con él.
Sin embargo, curiosamente, a pesar de que Expoliva está dedicado al aceite de oliva y sus industrias afines, cada vez es más difícil salir de la feria con un botella de aceite. Es lo que decían dos señoras de Jaén, Remedios Ávila y Teresa Domingo, que reconocían que llevaban varias ediciones sin acudir a la Expoliva, pero que no había manera de obtener una botella de aceite de obsequio. “Antes se daba mucho más aceite, dónde va a parar; eso sí, folletos y revistillas, las que quieras”, bromeaban.
Y es que Expoliva se ha convertido con los años en una feria del aceite de oliva donde no se regala aceite de oliva, salvo en honrosas excepciones. Incluso en los stand de las asociaciones agrarias hay que pedir un platito con buen aceite de la tierra y un poco de pan. Tampoco las camisetas y las gorras campan a sus anchas este año, segundo de crisis para la feria más importante del sector a nivel mundial. Sólo cabe esperar que la falta de negocio no relege al oro líquido en próximas ediciones y lo sustituya por aceites de girasol o, ¿quién sabe?, con los tiempos que corren incluso de colza.
Todos para uno y uno para todos
Como D'Artagnan acudió el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, con su equipo de Gobierno prácticamente al compleo. Y prácticamente con todos sus concejales se fue. Como el afrancesado grito que hizo famoso al intrépido espadachín nacido de la pluma de Alejandro Dumas, el alcalde esperó pacientemente al consejero mientras este atendía a los medios de comunicación y con más de media hora de retraso cortaron la cinta. Poco después de visitar el stand del Ayuntamiento de Jaén el alcalde se excusó y marchó. Y con él todo el séquito de concejales del PP. Al mediodía, cuando llega la hora de la confraternización, Expoliva era un erial popular (del políticos del PP). Eso sí el alcalde mojó pan en aceite.
El pabellón exterior es otra feria distinta
Fuera de la moqueta verde, de los grandes y espectaculares montajes, en el pabellón exterior, semicubierto, hay otra feria. La de la maquinaria, una en la que no se ve a gente con bolsas y que no busca camisetas ni botellitas de aceite. Sí se ven calculadoras echando humo calculando el IVA mientras los agricultores se quejan del precio del aceite y miran de reojo al séquito de políticos que inauguran en ese momento la feria. Afuera, en el exterior hace más frío o calor que dentro. Afuera, el pabellón semicubierto a veces deja escapar las goteras y más allá caen granizos. Sin embargo, se hacían negocios, se hablaba de dinero y se observaba sobre todo una vitalidad ajena a la situación que atraviesa el sector oleícola.
Quien tiene un amigo, tiene un tesoro
Llegan las dos de la tarde. Quienes no tienen que trabajar o descansar para afrontar la jornada vespertina (y quienes tienen que hacerlo también) revolotean por los stand más concurridos en esos instantes, que casualmente, son los que ofrecen una cerveza, vino, refresco y aperitivo. Y aquí las patatillas son las reinas del ágape. Hay jamón, hay queso, hay lomo, incluso sofisticados y atrevidos platos con empanadillas y bocaditos. Pero sobre todo hay patatillas. Cientos de platos de patatas fritas... ¿con aceite de oliva? No se sabe. Pero no es fácil conseguir un plato acompañado con su vaso de cerveza o vino. En estos casos quien tiene un amigo tiene un tesoro y son muchos los amigos que crecen a la sombra del mediodía ‘expolivense’.