La imagen de la basílica de El Rocío sin la Blanca Paloma dejará de ser noticia el próximo junio, cuando la virgen sea llevada de nuevo a su altar
La imagen de la basílica de El Rocío sin la Blanca Paloma dejará de ser noticia el próximo junio, cuando la virgen sea llevada de nuevo a su altar tras los peores datos de la pandemia, en una aldea de Almonte donde todo se prepara para la romería más esperada de la historia.
El confinamiento que se inició en marzo del 2020 cogió a la virgen en la parroquia de La Asunción de Almonte, adonde es llevada durante nueve meses cada siete años, y ante la imposibilidad de garantizar un regreso libre de casos de covid, ha habido que esperar a que la vacunación y el descenso de la incidencia marquen en rojo la fecha en el calendario del primer fin de semana de junio para que la Reina de las Marismas vuelva a pisar las arenas de su aldea.
Este fin de semana supone casi un ensayo general de esa romería, porque se van a reunir miles de personas siguiendo a las hermandades de Triana, Pilas, Villanueva del Ariscal y Gibraleón, que peregrinan, como es costumbre el último domingo de enero, previa a la Festividad de la Luz que se celebrará el 5 y 6 de febrero, con la vigilia mariana y la presentación de niños a la virgen.
Por eso, el Ayuntamiento ha activado el plan de emergencia que se tiene previsto en determinados momentos del año, con vistas a dos semanas de miles de personas en las calles de El Rocío, adonde han vuelto las colas para encender una vela a la virgen, los vendedores ambulantes o los restaurantes repletos de gente.
Parecería que es una aldea normal si no fuera por que en el altar de la basílica no está la virgen, sino su simpecado, el estandarte que, para las hermandades, es la máxima representación de la imagen, y eso hace que “tengamos hasta ansiedad para que llegue el mes de mayo, no se puede explicar”.
Quien lo dice es Macarena Robles, teniente de Alcalde del Ayuntamiento y alcaldesa de la aldea, una rociera más que se emociona cuando dice que presentar un niño ante la imagen (ella tiene dos) “no se puede explicar con palabras”, y bromea con que si ella no se llama Rocío es porque en su casa ese nombre llegó a otra niña antes de que ella naciera.
Con ese ansia que tienen los rocieros por volver a la ver a la virgen en la ermita, Robles indica que ya se ha comenzado a preparar la romería de los albores del verano, “porque un dispositivo como ese hay que prepararlo con mucho tiempo, son muchas administraciones las que intervienen”, y todo tiene que estar listo para atender la llegada de miles de personas, gente que lleva dos años arrancando hojas del calendario para ese momento.
Macarena se despide no sin antes recordar que ella se acerca cualquier día a ver a la virgen cuando está en su ermita, que las marismas de Doñana son su tratamiento antiestrés, y que “algo tiene la virgen que atrae a tanta gente desde todo el mundo”.
Con la romería a cuatro meses, casi cada persona que pisa la aldea en estos días tiene una historia que contar de cómo ha sido la espera, como la de una joven de la localidad cordobesa de Belalcázar que descubrió la aldea con unos amigos hace dos años, y desde entonces ha esperado vivir la romería, con la mala suerte de que su hermana ha fijado para ese mismo día la fecha de su boda.
Con todo, no es difícil adivinar que, con la que está cayendo, el 99 % de las personas que encienden una vela a la virgen en estos días pidan “solo tener salud, nada más”, en una aldea que huele a romería, mientras la virgen espera en Almonte a las hermandades que peregrinan y los rocieros solo tienen el mes de junio a la vista en el calendario del 2022.