El desconfinamiento se acerca y las empresas preparan contra reloj la vuelta de los trabajadores a las oficinas, unos espacios que tendrán que adaptarse a la "nueva normalidad", con zonas más abiertas, menos gente, pantallas protectoras, geles desinfectantes y pasillos de una sola dirección.
El retorno a las oficinas deberá garantizar la regla de oro de la nueva situación derivada de la pandemia de coronavirus, el distanciamiento social, lo que obligará a establecer nuevos hábitos y afectará tanto a los espacios físicos como a los procesos de trabajo y a la forma de relacionarnos.
"Las oficinas deberán adaptarse, pero de nada nos servirá si antes no se prepara el edificio, empezando por la puerta de entrada", explica a Efe Óscar Fernández, director de Desarrollo de Negocio de la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield en España.
En efecto, los cambios serán visibles ya desde la entrada del edificio con el fin de minimizar el contacto físico: las puertas que ahora se abren o cierran de forma manual se tendrían que automatizar y en los tornos de acceso deberán buscarse alternativas al control por huella digital.
Guardar dos metros de distancia afectará también al uso de los ascensores, ya que en ellos cabrá menos gente, por lo que los expertos apuestan por potenciar el uso de las escaleras, haciendo que sean "más fáciles de encontrar y más agradables de subir".
"Durante mucho tiempo hemos tenido las escaleras abandonadas, encerradas, entendidas como un espacio de evacuación, y a lo mejor hay que darle un poco más de cariño a este elemento arquitectónico, que es muy importante", señala a Efe el arquitecto Maikel Pérez, experto en estructuras e interiorismo de oficinas.
En muchos casos, sea por motivos de espacio o de organización del trabajo, la vuelta a la oficina se hará por turnos y de forma gradual, por lo que, al menos en una primera fase, habrá en ellas menos gente de lo habitual.
Aún así, para minimizar el riesgo de contagio, Cushman & Wakefield propone implantar nuevas rutinas, como otorgar a cada empleado una especie de mantel de papel, que colocará sobre la mesa para trabajar y tirará cuando acabe la jornada laboral, o convertir los pasillos en zonas de paso de una sola dirección, "para evitar cruces y contactos accidentales".
Esta consultora, que ha lanzado un servicio para asesorar a las empresas en la adaptación de sus oficinas al escenario post-COVID, también plantea instalar mamparas de metacrilato entre las mesas de los empleados y organizar su tránsito mediante señales visuales en el suelo.
Sin embargo, Maikel Pérez, que actualmente trabaja en la firma Guardiola & Redondo Structures, no ve claro la idea de separar a los empleados mediante mamparas": "Da la sensación de estar en un cubículo y la gente no necesita salir de casa para meterse en un sitio cerrado. Lo que quieres es sentirte acompañado y que trabajas en equipo".
Este joven arquitecto apuesta por abrir los espacios, eliminando puertas innecesarias, y redistribuir las zonas de trabajo: "A veces haciendo solamente un cambio de mesas se consigue la distancia de dos metros deseada".
Tanto Óscar Fernández como Maikel Pérez coinciden en dos aspectos: habrá que incrementar los ritmos de limpieza de las oficinas y los geles desinfectantes van a convertirse en "un elemento más de la arquitectura, al igual que los extintores, y tendrá que haber uno al lado de cada puerta".
La empresa madrileña Ambisalud, dedicada a la consultoría ambiental, pone el foco en otro aspecto que no habría que "subestimar": la calidad del aire.
Para reducir el riesgo de contagio, afirma, las oficinas deben prestar especial atención a la mejora de la ventilación, incrementando la entrada de aire fresco, y de la filtración, disponiendo al menos de filtros F9, capaces de retener hasta el 70 % de las partículas de 0,1 micras. Recuerda, en este sentido, que "los virus no viajan solos, sino en microgotas de un tamaño superior a 0,1 micras".
Son muchas las empresas que se han puesto manos a la obra para adecuar sus instalaciones al retorno de las plantillas, como la Torre Sevilla, el edificio más alto de Andalucía, que alberga 18 plantas de oficinas, la mayoría de ellas empresas tecnológicas que están teletrabajando.
Puerto Triana, sociedad gestora del inmueble, propiedad de CaixaBank, ha diseñado un plan de contingencia que contempla diferentes medidas para garantizar la distancia social, la seguridad e higiene en las zonas comunes, han explicado a Efe fuentes de la entidad.
Entre otras medidas, Torre Sevilla regulará y señalizará los accesos comunes para escalonar las entradas y salidas del edificio, limitará los aforos de los ascensores, instalará dispensadores de gel hidroalcohólico en las zonas de paso, reforzará la limpieza e intensificará las renovaciones de aire en el edificio.
Las grandes cotizadas también han diseñado sus propios planes de actuación: el grupo asegurador Catalana Occidente, con más de 7.400 empleados y presencia en más de cincuenta países, prevé la flexibilización de los horarios de acceso y salida de los edificios, la instalación de mamparas en las sucursales que ofrecen atención al público, el reparto de mascarillas e hidrogeles entre la plantilla o la disposición de termómetros infrarrojos para el control de la temperatura corporal.
Y otro ejemplo más: el de la consultora y bróker de seguros RibéSalat, que seguirá apostando por el teletrabajo -actualmente trabaja desde casa el 96 % de la plantilla- "hasta que se pueda garantizar el cien por cien de la salud de empleados, clientes y proveedores" y prevé que el retorno a la oficina se haga de forma gradual -en dos etapas- y ordenada, explica a Efe Ángela Medina, directora de Recursos Humanos.
La empresa, además, pondrá a disposición de los empleados mascarillas, guantes y geles higienizantes, intensificará los trabajos de desinfección de los espacios y limitará las visitas externas y los viajes de trabajo.