"Ya no hay accidentes, ya no hay percances, el 85 % de las salidas son aperturas de puertas porque la gente se está muriendo sola en sus casas", cuenta José, que trabaja como bombero en Madrid y al que la crisis del coronavirus le ha cambiado la vida por completo.
José es bombero especialista del parque Dos del Ayuntamiento de Madrid, en Manuel Becerra, y desde que empezó la crisis sanitaria y se decretó el estado de alarma por coronavirus apenas ha hecho guardias.
Sin embargo, acaban de decretar guardias obligatorias y en cualquier momento le pueden decir que tiene que ir a trabajar porque hay bajas de compañeros que están infectados o en cuarentena y se necesita personal.
Según relata a Efe, prácticamente todas las salidas del parque estos días están siendo para abrir las puertas de los domicilios de las personas que se están muriendo en su casa para que entren los sanitarios y se lleven el cuerpo.
"Hay gente que está sola, no se les hospitaliza, llaman por teléfono y les dicen que se queden en sus casas y no les hacen la prueba. Acaban muriendo sin atención", lamenta José, que en un único día comenta que llegaron a hacer 20 salidas relacionadas con muertes por coronavirus.
Antes de actuar, los bomberos asisten llamadas de familiares que avisan porque la persona hace muchos días que no contesta o de vecinos que advierten del mal olor procedente de alguna casa.
"No ha habido otra crisis igual, este parón en la vida de las personas es lo más fuerte que hemos vivido. No me imagino nada que haya podido ser como esto, a lo mejor la guerra", dice.
Antes de la crisis del coronavirus notaba cierta adrenalina en sus jornadas laborales, pero asegura que esta situación lo ha cambiado todo, desde la manera de convivir en el parque hasta la sensación de peligro que le queda después de trabajar cuando llega a casa por el miedo de contagiar a algún ser querido.
"Ahora vas con la precaución de no llevártelo tú, el miedo no es ponerte malo, si no de contagiarlo. Pienso en mi hijo y en mi mujer que está embarazada y te conciencias de que hay que tener mucho cuidado porque lo contagias con nada, típica palmada en el hombro de un compañero, o por no desinfectarte bien alguna parte del traje después de una salida", explica.
Aprobó las oposiciones para ser bombero del Ayuntamiento de Madrid con 22 años, lleva 9 años trabajando y no cree que haya habido nada que haya transformado su trabajo como esto.
"Es fuerte, muy fuerte, hace unos días cuando fui a trabajar me quedé tranquilo porque vi que se guardan las formas, porque antes esto no era así y por eso ha habido contagios en otros parques. Pero ahora hay distancias de dos metros entre bomberos, han cerrado todas las estancias comunes como el gimnasio o el comedor, tenemos que comer separados, no recomiendan cocinar, nos tenemos que traer la comida de casa y desinfectar todo con lejía", narra.
Destaca la seriedad con la que se lo están tomando sus compañeros y las precauciones que ahora se están tomando para evitar contagios.
Un ejemplo de cómo ha cambiado la manera de operar de los bomberos que en una salida rutinaria de antes por una rotura de agua o algo sencillo tardaban una hora. Ahora tienen que emplear casi tres horas para desinfectarlo todo: el acceso a la vivienda, sus equipos, la cabina del coche, sus botas...
"La vida normal del parque es de convivencia, siempre se hacen bromas entre compañero y con los jefes, uno hace la compra, otro cocina, otro pone la mesa... Eso ya es inviable, hay mucha seriedad, no se está conviviendo y es todo muy raro, pero si tiene que ser así, será mejor para concienciarnos de la importancia que tiene que los que no podemos quedarnos en casa no podemos contagiar a nadie", sostiene.