Por desgracia, a veces, y en forma de enfermedad, la vida puede darnos un empujón y apartarnos del sendero que día tras día caminábamos con ilusión.
Aunque creamos habernos quedado sin sendero, sin ser del todo cierto, sí es verdad que nos encontramos ante uno nuevo, con la diferencia que éste no lo elegimos nosotros. Ante la noticia de una enfermedad que conlleva un cambio en nuestro modus vivendi la primera reacción de la persona es de incredulidad y confusión. Comienza la lucha, como gato panza arriba, para aceptar que el rumbo de tu vida da un drástico e irreversible cambio. Comienzan las dudas, el miedo al futuro, a sufrir y a hacer sufrir a los demás, los sentimientos de soledad.
Si pretendemos sobreponernos y superar una enfermedad debemos adaptarnos a la nueva situación y reencontrar el equilibrio.
Ante la enfermedad, la persona afectada puede optar por elegir entre dos roles. Una posibilidad es convertirse en enfermo, caer derrotado ante el estigma de la enfermedad. Otro, más aconsejable, es pensar que somos una persona con una enfermedad. Esto nos dará la perspectiva adecuada para seguir tomando nuestras decisiones como siempre, sin el pesado peso de una loza llamada enfermedad, sea ésta cual sea. En vez de ser una víctima, en este caso sigue teniendo control sobre sí mismo.
En numerosísimos casos la enfermedad no es sinónimo de infelicidad, sino que puede conllevar un valioso proceso de aprendizaje. Todo se sustenta en asimilar la situación y mirar hacia delante con esperanza y fuerzas renovadas.
Este proceso de asimilación requiere unos pasos:
- Aceptar la enfermedad. Esto nos permitirá construir una nueva vida adaptada a las nuevas circunstancias.
- Vivir la enfermedad como un reto ¿Hay algo más importante que pasar de ser una víctima a controlar la situación? Tú decides cual es tu meta. Has de pelear por ella dándole un sentido a tu nueva experiencia vital. O eso, o dejarte llevar como un barquito de papel en mitad de una tormenta. Tú decides.
- Centrarse en el presente. Canalicemos todas nuestra energías y recursos hacia al presente. Disfrutemos de lo cotidiano, de aquellos matices que excitan nuestros sentidos sin, casi siempre, prestarles ninguna atención por nuestra parte. Ante enfermedades graves, el pasado y el futuro se diluyen, centrando nuestra vida en el aquí y ahora.
- Buscar ayuda en los demás. No serás la única persona que padece una determinada enfermedad. Acude a asociaciones o personas que pasen por tu misma situación para recibir de ella toda la información que necesites. Hazle saber a tus familiares y allegados cómo quieren que te traten y cuiden. No se te olvide nunca agradecer el apoyo que te ofrecen. Lo que siembres hoy es lo que recogerás mañana.
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