Con el aumento del paro, muchas personas caen bajo el umbral de la pobreza
Tras las habituales cifras del paro que las instituciones ofrecen cada mes, hay personas humanas, gente que no encuentra o que pierde su trabajo por diversas razones. Muchas de ellas, debido al prolongamiento de la crisis en la que vivimos, han entrado de lleno en el umbral de la pobreza, generando una nueva clase social de pobres muy distinta a la que comúnmente se tiende a encorsetar en el saco de la escasez.
Según Maria del Carmen Torres, del Departamento de Comunicación de Cáritas Sevilla, en los últimos años están notando un cambio en el tipo de personas que acuden a su organización para pedir ayuda: “Siguen acudiendo personas con problemas de alcohol o de drogas, pero últimamente predominan los parados, gente normal que se hunde porque tienen cargas familiares e hipotecas y que necesitan ayuda”.
Según los últimos datos registrados por el Instituto Nacional de Estadística, el 30% de los andaluces viven bajo el umbral de la pobreza, cifra sólo superada por Extremadura, Ceuta y Melilla. Este dato, en la cotidianidad, se hace presente en aspectos como la asistencia a los comedores sociales. Así, en el comedor Misericordia, que hoy mismo cumple un año abierto, asisten a una veintena de personas con estudios universitarios. “La mayoría son casos de extrema pobreza, pero también viene gente que por su apariencia y su currículum no entiendes cómo están allí”, comenta una de sus voluntarias.
Otro aspecto de este nuevo pobre en el que coinciden las diversas ONGs y asociaciones de ayuda a la pobreza es su nacionalidad española. “Ha aumentado mucho la asistencia a personas de Sevilla o de Andalucía, gente sobre todo que ha perdido su trabajo. El número de extranjeros más o menos prevalece con respecto a otros años”, explica Torres.
Sigan el nuevo perfil o el tradicional de persona sin recursos, generalmente mujeres separadas u hombres con problemas de adicción, lo cierto es que cada día son más las personas que necesitan ayuda para sacar sus vidas adelante. “Intentamos priorizar las peores situaciones, pero estamos llegando a un límite que no podemos sobrepasar”, aseguran desde Cáritas.