Varios de los más importantes empresarios taurinos han mostrado, en un sondeo realizado por Efe, una notable disparidad de opiniones sobre la posibilidad de organizar corridas de toros con las nuevas medidas sanitarias impuestas por las distintas autonomías para los espectáculos de la nueva normalidad.
Rafael García Garrido, empresario de la plaza de Las Ventas, es de todos ellos quien se muestra más reacio, a pesar de que desde el 6 de julio la Comunidad de Madrid restringe el aforo de los tendidos solo a un 75 por ciento, el mayor porcentaje de público permitido de cuantos se han establecido en estos días en el total de las plazas de España.
"Esas nuevas medidas -considera el gerente de Plaza 1- dejan todavía muchas sombras de dudas, porque hay que mantener la distancia de seguridad y evitar aglomeraciones, y eso es imposible de garantizar en las plazas de toros, por su antigüedad y estilo arquitectónico. Es cierto que esa exigencia se puede suplir con el uso de mascarillas, pero así y todo lo vemos muy complicado, porque en los toros la gente bebe, fuma, habla...".
En opinión de García Garrido, "deberíamos volver a dar toros solo cuando haya una vacuna. Es verdad que la presidenta de la Comunidad de Madrid dijo que su intención es reabrir Las Ventas para la Feria de Otoño, y ojalá sea así, pero hay que esperar la evolución de la enfermedad".
En el polo opuesto está José María Garzón, que ve "factible" organizar festejos en Andalucía a pesar de la limitación de espectadores al 50 por ciento del aforo, "reestructurando costes, lógicamente".
"He hecho cuentas y tengo bien preparado todo el protocolo de medidas sanitarias que hay que aplicar. Y por eso ya estoy trabajando para dar corridas en Málaga y en El Puerto de Santa María en julio. Y también voy a intentarlo en Córdoba y Granada, para septiembre".
"Si no hay cambios -insiste Garzón-, no solo quiero dar buenos carteles sino que debo hacerlo. Los propios taurinos somos los mayores responsables de echar esto para adelante. Es nuestra obligación. Yo lo haré aun a sabiendas de que no voy a ganar nada en lo económico, pero sí que voy a ganar, y mucho, en el orgullo y en la fuerza moral que me dará haber trabajado por defender el sector".
De beneficios, en concreto de su ausencia, habla también Maximino Pérez, empresario de las plazas de Cuenca e Illescas, en Castilla-La Mancha, donde la restricción de los aforos está marcada también en el 75 por ciento, lo que él considera "una buena medida de esta comunidad, que, como otras, nos está echando una mano muy importante para que desarrollemos nuestra actividad. Otra cosa es que dentro del sector se sepa o se quiera aprovechar".
Para Pérez, el sector "ha perdido una oportunidad de oro de reciclar desde dentro la tauromaquia y adaptarla a un mercado sostenible y competitivo".
"Tendríamos que haber alcanzado un consenso para hacer las cosas de otra manera. Yo tengo mis dos ferias suspendidas, pero estaría dispuesto también a dar toros con una sola condición: que no comprometiese mi economía familiar. Y, sinceramente, eso, a día de hoy, es algo improbable".
Más difícil lo tiene Ignacio Lloret, gerente de la empresa de las plazas de Valencia y Alicante, donde los aforos para los espectáculos al aire libre están restringidos a la mitad y con un máximo de 800 personas, cifras con las que "es muy difícil plantearse la organización de un espectáculo".
Con todo, Lloret confía en que "conforme avance el verano, si no hay ningún rebrote, se vayan permitiendo mayores aforos. Desde luego, cuando se den las condiciones, nos pondremos a hablar con las administraciones públicas, que son las propietarias de las plazas, para adaptar nuestros contratos. Aunque las grandes ferias de Valencia y Alicante ya han pasado, no cerramos la puerta a poder dar toros antes de que acabe allí el año".
En otro nivel, Ignacio Ríos, empresario en cosos menores de Aragón, La Rioja, Cantabria, Soria o Madrid, considera que ahora mismo la organización de festejos "sí que puede ser más o menos factible, porque con mil personas de aforo máximo se pueden dar una novillada sin picadores o un festival, en vez de una corrida para la que no salen los números".
Pero, por encima de la medidas sanitarias, Ríos considera que para hacerlo cuenta "tanto o más la voluntad que tengan los alcaldes y los gobiernos regionales. Hay un miedo generalizado a posibles contagios, y yo diría que parece que exista hasta una consigna de instancias superiores para no permitir ningún tipo de festejo, ni formal ni popular, como los encierros. A mí, ganas de dar toros este verano no me faltan, solo que no nos dejan trabajar".
No ya para el verano, sino para el otoño mira Carlos Zúñiga, empresario de la plaza de Zaragoza, en Aragón, donde hasta ahora el aforo está restringido a la mitad y con un máximo de 1.000 personas, "lo que es entendible -reconoce- porque el tema sanitario está complicado".
"Entiendo los miedos de los políticos y que apliquen medidas tan restrictivas, pero para poder dar toros así hay que echar muchísimos números y encajarlo todo para que el espectáculo sea, al menos, defendible en una plaza con tantísimos gastos como es esta", asegura Zúñiga.
"Dentro de la prudencia, ya estoy en contacto con la Diputación de Zaragoza y el Gobierno de Aragón, porque a mí me gustaría dar la feria del Pilar. Habrá que estudiarlo todo mucho, porque si anuncio la feria y luego la tengo que cancelar, ¿quién me cubriría esos gastos?, finaliza el último de los empresarios consultados, una vez que los representantes del grupo Bailleres -empresa en Bilbao, San Sebastián, Salamanca o Badajoz- declinaron hacer declaraciones.