La semana no pudo tener otro final al esperado, sellando un encuentro horrible. Para olvidar. Ni los 85 años que cumplía el club en el día de hoy hizo encontrar la chispa necesaria para paliar tanto negativismo.
La escasa diferencia en el resultado final (1-0), no debiera tapar el pésimo espectáculo ofrecido en el sintético del Primero de Mayo de San Juan de Aznalfarache.
Un penalti, discutido por el bando portuense, a la media hora de juego dio la victoria al equipo menos malo. Ese fue el detalle que desniveló una balanza en un encuentro de cero a cero. Escasas llegadas y poca velocidad a un juego previsible y escaso de emoción.
La presión de los sevillanos se desvanecía con el balón en los pies. Una semana más, el rival presionó la salida del esférico dificultando que los de Mere salieran airosos desde atrás.
Con el cuero en su poder, los rojiblancos no encontraron el desborde necesario para inquietar al inmaculado Guille, portero local. Un cabezazo tras una falta botada por el reaparecido Sergio Beato en la segunda mitad por banda izquierda, fue todo el bagaje racinguista a lo largo de los 90 minutos. Muy poco, demasiado para un conjunto que intenta encontrar alicientes para no perder la cara a la competición.
Caras largas, miradas perdidas y muchas incógnitas sin contestar, resultó previsible que la cabeza estuviera en otra parte. Nunca en San Juan. Eso estuvo claro a lo largo y ancho del choque.
Tres variantes respecto a Los Barrios y alguna que otra cara nueva formaron en el once, en una convocatoria de circunstancias, ante las interminables bajas que viene arrastrando los rojiblancos. Elías, Matallanas y Juanmi salieron de inicio ante las bajas de Natera y Alberto por sanción.
En la segunda mitad, tanto Zarzuela como Carmelo Navarro, disputaron minutos y aunque se buscó con ahínco el empate en el tramo final, resultó imposible.
La derrota cierra una semana complicada con demasiado ruido de sables, que se ha colado sin llamar y de lleno en un vestuario que empieza dudar de todo y de todos.