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El jardín de Bomarzo

Heracles y el croissant

De la conferencia de la señora Rubiales estoy de acuerdo en casi todo, salvo una cosa: ¿por qué no hace su partido lo que ella y tantos otros pregonan si tan claro lo tienen?

A las nueve de la mañana y en el Alfonso XIII de Sevilla del pasado miércoles 20 se reunía, dentro del ciclo de conferencias organizadas por el Fórum Europa, lo más granado del PSOE-A en torno a la figura de Amparo Rubiales, presidenta del mismo, que a través de un texto medido disertó sobre el momento actual de intenso descrédito y las razones que motivan esta situación de caída libre, y lo hizo ante la mirada de su vicesecretario general, Mario Jiménez, consejera de presidencia, Susana Díaz, y del propio presidente de la Junta, Pepe Griñán, que a última hora y sin previo anuncio acudió a la cita, intuyo, movido por Heracles. Porque con este nombre la juez Alaya desplegaba, en ese mismo instante, el operativo y todo su glamour jurídico-policial contra el centro de la cuestión del feo asunto de los ERE fraudulentos, que está, no lo duden, en la trama de conseguidores e intermediarios que en connivencia con determinadas personas de la consejería de Empleo y con el conocimiento, imagino, de otros tantos, pactaron con aseguradoras como Vitalia o Uniter un entramado para que éstas comisionaran con hasta un 20,51% por encima de la media de mercado, cantidades que fueron aceptadas y pagadas por la Junta y que podrían haber supuesto un pago irregular en este concepto que algunos ya sitúan cercano a los cien millones de euros. Un apunte: Uniter es propiedad, como todos saben, de José González Mata, que debe declarar este sábado ante Alaya. Y Mata es también propietario, entre otras, de Cápsulas Torrent, empresa que aparece en uno de los correos en manos del juez que investiga las subvenciones irregulares en el Plan Bahía Competitiva, y en él la técnico apunta: “Hemos bajado el crédito al 40%, en vez de el 50% (para disminuir riesgos)”. No acuso, no afirmo, relaciono, apunto y sigo.
Mientras Heracles abría cajones y Rubiales, en paralelo, pregonaba regeneración, los móviles, mío y de otros tantos, pitaban en silencio mensaje porque la cosa iba por veinte detenidos y casi nadie sabía qué demonios estaba pasando; los jefes de gabinete en mesas colaterales enganchados al whatsaap para informar del operativo a la jefatura, y Griñán, muy cómplice en la mirada con su amiga Amparo, presente para bendecir una conferencia basada íntegramente en la necesidad imperiosa que tienen los partidos de generar crédito ante el ciudadano y todos, me incluyo, sin atreverse a tocar un croissant porque en estos desayunos tan estéticos se hace de todo menos desayunar, dicho sea de paso, ya que parece que si coges un panecillo todos se van a levantar y señalándote gritarán a coro: “Ha sido él, él, él…”. Acusicas. En fin.
De la conferencia de la señora Rubiales estoy de acuerdo en casi todo, salvo una cosa: ¿por qué no hace su partido lo que ella y tantos otros pregonan si tan claro lo tienen? Habló de la necesidad de que los políticos sean cercanos al ciudadano, y puedo prometer que llegaron rodeados de un cerco inaccesible cual estrellas del celuloide e igual se marcharon, de la urgencia de cambiar la ley electoral y establecer listas abiertas en contra de un sistema como el actual que beneficia a los dos grandes partidos, pues nada, a ello, de luchar fervorosamente contra la corrupción: estoy de acuerdo y, me consta, Alaya opina lo mismo. Y lo definitivo, que me encantó: el contrato. Que viene a ser como un documento mediante el cual el partido político se comprometa a cumplir lo que promete en campaña para que, de este modo, no pueda engañar al ciudadano. Yo, confieso, ya sospechaba que algo no cuadraba entre los programas electorales y la gestión posterior una vez conseguido el gobierno, pero oír desde el púlpito en directo ante tan nutrido grupo que todos debían mirarse eso de engañar a la gente me causó, primero, enorme estupor y, después y ante el peligro de masticarme la lengua, hambre, ante lo cual decidí arriesgarme y jugármelo a todo o nada en directo e impávido, valiente y arriesgado como uno es me lancé sobre la bandeja de panecillos y atrapé al azar uno relleno de chocolate –no hubo coro, pero sí miradas acusatorias. ¿Chocolate eh? Glotón-.
Es decir, en un foro floreado y multitudinario ante lo mejorcito del sevillanismo político actual, con la presencia de lo más selecto de la propia Junta, la presidenta del PSOE-A propone como medida estrella para subsanar el descrédito, y no es iniciativa suya, dijo, sino bajada de la nube ideológica del propio Griñán, que ya vale eso de engañar al personal diciendo en sus programas que van a hacer cosas que luego, saben, no van a poder hacer. Y en caso, añadió, de que no hagan lo que prometieron hacer “hay que explicárselo bien al ciudadano”; o sea, que incluso tendría cabida en ese contrato una cláusula que acepte pequeños engaños siempre que, educadamente, se pida perdón. El azar, me confirma un crujir de estómago repentino, me ha jugado una mala pasada con el chocolate y debería haber seleccionado ataque sobre el de york y queso pero, ahora, no me atrevo a repetir rodeado como estoy de gente tan seria y tan distinguida y tan a dieta. Opto por traguito de zumo.
El whatsaap, qué invento, me tiene conectado al proceder de Alaya y su Heracles en Madrid, Sevilla, Jaén y Jerez, al Pleno de Diputación de Cádiz donde PSOE e IU deciden levantarse de la sesión al no ser admitida una propuesta suya sobre empleo cuando, creo, la cosa no está para irse sino más bien para quedarse por aquello de lo que está diciendo ahora Amparo en directo sobre insistir en el diálogo político por el bien del ciudadano, con el debate del tribunal donde se decide sentencia, confirmada más tarde, no ajustada a derecho sobre el ERE del Ayuntamiento de Jerez, con mi casa, que me sitúa a pie de calle con que a la abuela de casi ochenta años, a pesar de no haber puesto el calefactor este mes para no gastar y taparse por las tardes con una mantita mientras ve la novela, le ha venido un recibo de 160 euros de Endesa, y con Rubiales –Estudio Jurídico Itálica-, que ahora dice que ella hubiese aceptado la dimisión de Oscar López por lo de Ponferrada. ¿Eh? Lo voy entendiendo, hacen una cosa y además admiten que bien podrían haber hecho la contraria, con lo cual tapan huecos aquí y allá y, zas en toda la boca, todos callados. Atrapo croissant seco en un movimiento ágil, limpio, certero, cual leopardo agazapado entre la hierba que salta sobre el cervatillo inocente convertido ahora en jugoso filete y, claro, les pillo por sorpresa: es rápido este tío, opinan en mi mesa.

07/04/2009. Esa mañana Manuel Chaves, para sorpresa de todos, anunciaba su dimisión como presidente de la Junta y era sustituido por su hasta entonces, y nunca más después, amigo personal de cine y viajes José Antonio Griñán, que lo hacía, se supo más tarde, en la idea de renovar el socialismo andaluz aniquilando todo aroma a chavismo. Lo extraño del cambio es que Chaves aceptara cuando durante 19 años la Junta había sido suya, periodo durante el cual algunos, se sabe ahora, maniobraron con soltura porque Andalucía era un terreno dócil y seguro y lo hicieron con ERES fraudulentos, con Bahía Competitiva, con inventos como Gadir Solar y otros y, todo hace indicar, con una trama de personas dedicadas a fomentar la creación de empresas para subvencionarlas y, con ellas, comisionar: la verdad es dura, pero la abuela de mi casa, tapada con su mantita, merece saberla tras toda una vida partiéndose el lomo para sacar adelante a su gente.
E imagino, no siendo un partido de tontos sino más bien todo lo contrario, medito mientras engullo mi tercer bollo, que vieron venir el peligro desde arriba y la decisión fue poner cortafuegos para salvaguardar el gobierno andaluz. A Chaves y a los suyos más cercanos sí les podían exigir responsabilidad política, pero a Griñán no, entiendo, por mucho que el PP lo pretenda. ¿Se le puede pedir a Rajoy que dimita por lo de Bárcenas? Tampoco, a menos que se demuestre vinculación personal con el delictivo hecho. ¿Son los partidos responsables finales de las acciones individuales de sus golfos? Depende, pero si es así, todos y, si no, ninguno.
Griñán renovó y soltó lastre de compañeros presuntamente tiznados cuidando siempre la imagen final de esa marca política que a todos cobija, aunque en la idea, como dicen desde dentro, de que “quien haya sido puta que cruja y esto es algo que pensamos pero, claro, que no podemos decir”. Y les salió bien, de hecho salvaron el math-ball y hoy nadie apunta a un cambio próximo en San Telmo. Estrategia, como en parte la de aquí en el Alfonso XIII mientras pitan los móviles con Heracles. El PP todo esto lo hace peor.
Amparo acaba hablando de transparencia y yo, desinhibido ya del todo, he terminado por zamparme media bandeja cuando a mí lo que realmente me gusta a estas horas es el pan con aceite. Salvo la más cercana a mí, toda la bollería sin tocar como si fuese de plástico, qué desperdicio, aunque no importa, patrocina Cajasol-La Caixa que, según tengo entendido, aún maneja algo de liquidez por aquello de las preferentes.

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