Aunque el alarmante despertar que por las mañanas todos tenemos a través de las ondas, algunas de ellas desde esta semana con nueva Luz, en asuntos tan candentes como este rescate nacional y la inversión que todos deberemos hacer para salvar a nuestros amables bancos, a los que supongo habrá que aplicarles un interés inversamente proporcional, el desfase moral del presidente del CGPJ y esa intensa vida social que acumula o, menor pero significativo del cambio de ciclo que padecemos, la defunción del luminoso del Tío Pepe sobre la Puerta del Sol engullido por la manzana del fallecido Steve Jobs –debería Apple sacar una apps, iTío, propongo, para bajarte una copa fresca allí donde el ánimo te pille-, me centro e insisto una semana más, en cómo el PSOE de Cádiz ajusta las piezas de su puzzle y, también, sus cuentas tras el congreso extraordinario del martes y el debate interno abierto del qué será tras un recuento de votos que a muchos ha dejado con el paso cambiado.
El análisis. A los oficialistas, con Gema Araujo a la cabeza avalada por Luis Pizarro, que a pesar del trabajo atronador previo no ha podido controlar todas las piezas y movimientos inesperados le han llevado a una derrota, eso sí, por solo dos votos, con la que no contaban y que hoy argumentan en “fallos que no se repetirán” en el ordinario de julio, donde todo hace indicar que Araujo le ponga rostro a su corriente y donde el aparato, nadie lo dude, dará el do de pecho en toda su dimensión para intentar darle la vuelta a esta tortilla socialista que, según día, da sensaciones de quemarse por ambas caras.
A los renovadores, que en su conjunto confiaban con una victoria más amplia a tenor del resultado del congreso de enero en El Puerto donde en el peor momento de Griñán perdieron por solo nueves votos y cuyo resultado extrapolado al pasado martes y según porcentajes indica que han avanzado solo en cuatro votos, lo cual es muy poco comparando la posición del hoy presidente de la Junta con la que entonces tenía. Acudían el martes con 176 avales y lograron 166 votos y ahora nadie, ni los de aquí ni los de allá, duda de que si hubiese liderado la lista alguien que reflejara mejor la renovación la victoria hubiese sido más amplia, salvo, quizás, el propio Jiménez Barrios, que pertenece al gremio renovador pero forma parte de un grupo de socialistas, llámense maduritos -donde también están Menacho, Cornejo o Blanco- que no apasionan a quienes defienden una renovación orgánica del partido y para los cuales su representantes de cuna está en nombres como Irene García, López Gil, Ruiz Boix o Rafael Márquez, todos ellos jóvenes con recorrido, inexpertos en consecuencia y con alguna lección urgente que aprender y la primera, de todas y sin duda, está en saber cuándo hay que sacudirse una tutela.
De cara al congreso ordinario de julio, por tanto, las lanzas estarán en todo lo alto y es de suponer que Araujo repita como aspirante a la secretaría general en defensa de la corriente de Pizarro y Cabaña, que hasta entonces medirán bien los apoyos para que no les suceda lo que con Raquel Arenal, a quien Cabaña, en un alarde de ira descontrolada, llamó de todo por aceptar ir en la lista de Irene García como si la libertad de elección fuera un derecho democrático. Queda bien decirlo, no tanto aceptarlo cuando se te vuelve en contra. En todo caso, Rafael Quirós seguirá en la recámara, aunque a estas alturas parece que las preferencias están claras.
La duda estará en quien encabece la candidatura de los renovadores porque aunque todos entienden que lo más razonable es que sea Irene García porque, previsiblemente, garantiza un resultado más seguro frente a un Jiménez Barrios con quien se la juegan, hay dentro, como siempre, intereses personales que marean, y mucho. A Barrios le quieren convencer para que participe del proyecto pero desde la presidencia del partido y que de este modo abandone su idea de ser secretario general, idea a la que se suman varios y entre ellos el propio Cornejo para, de este modo, no perder vínculos directos con Presidencia e, incluso, el propio López Gil, que en breve será nombrado delegado del Gobierno y que aunque se ha abrazado a la idea de Barrios durante las últimas semanas parece retomar el sendero por el que vino porque, visto el resultado, la decisión está en arriesgar con Barrios o asegurar con García. Los movimientos, en todo caso, nunca son por pura cuestión de cambio climático sino siempre hay elementos que los fuerzan y en todo este proceso quien ha influido de manera notoria ha sido la propia Susana Díaz, secretaria de organización y hoy consejera de Presidencia, que como mujer joven y cultivada sabe medir lo bueno y lo malo de todo y en su momento concluyó lo que era bueno para el partido y, más directamente, mejor para ella, y esa reflexión la llevó a Barrios. Cosas entre mujeres.
El resultado del congreso, en todo caso, refuerza la imagen de Irene García y eso la debe llevar a liderar su corriente como candidata a la secretaría general pero para ello deberá moverse más y mejor, sacudirse de ese dedo que la señala desde Presidencia y hacerle caso a Cabaña en eso de que las batallas de Cádiz han de librarse en Cádiz y por la gente de Cádiz, sea cual sea el resultado final, porque luego deberá defender a su provincia y exigir una cuota que hoy ha desaparecido del reparto regional a causa de esta división y de esta batalla interna que tiene fraccionado al partido desde hace varios años.
Por otra parte, el ex alcalde de Chiclana, José Marías Román, aglutina demasiada nebulosa a su alrededor debido a que mezcla el paso que dio de oficialista a renovador con su cuita personal con Jiménez Barrios y el encaje que con éste debe hacer en el mismo bando y aunque asegura que estaría dispuesto a apoyarle siempre que le garantizara públicamente “una paz romana” en Chiclana, al tiempo ojea las llamadas de Pizarro a su móvil y aguarda, pero sus delegados son cruciales y se hace difícil visualizar que con sus votos apoye a su íntimo enemigo en el caso de que éste fuese candidato. Los votos de él y el de otras agrupaciones señaladas en el mapa provincial serán cruciales en el ordinario y todo eso valora el PSOE de Cádiz, tanto en los renovadores como en los pizarristas, y por eso todos hacen sus cuentas, Sevilla incluida, desde donde no falta quien airea que García habría “dado un paso atrás” para aliviar el camino del otro. Cosas.
María del Mar Moreno y Susana cada una camina por un lado en esto y en casi todo, Carmen Chacón lo da por hecho en Madrid en defensa de García y hasta Bibiana desde las Américas, el whatsApp humea, siguen lo que hoy pasa en Cádiz y que aquí, libre y sonoramente, relatamos.
Es, en todo caso, una guerra sin cuartel, hermosa en su concepto del derecho democrático asociativo que una organización política tiene para elegir a sus líderes, deleznable desde la óptica de los intereses personales que la mueven y no de la defensa honorable hacia el ciudadano como eje fundamental de todo, pero necesaria porque del debate y de la purga política nace el futuro. Tal vez muy poético, no se me ocurre nada mejor.
Consenso. Bonita palabra de difícil aplicación, pero tan necesaria hoy no solo dentro del PSOE sino entre este y el PP en nuestra convulsionada vida diaria que sorprende la falta de actitud por parte de todos en su búsqueda. Y sin él todo se hace casi imposible.