Un mundo mañana

Publicado: 04/11/2022
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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Desde que nos hemos puesto todos tan estupendos suena cada vez con  mayor ruido eso de juzgar el pasado desde la óptica presente
"El agua y la tierra, los dos elementos esenciales de los que depende la vida, se han convertido en cubos globales de basura"Jacques-Yves Cousteau.

Desde que nos hemos puesto todos tan estupendos suena cada vez con  mayor ruido eso de juzgar el pasado desde la óptica presente, la masacre de la colonización española en América es un ejemplo, uno, en todo caso, más de tantas invasiones que a sangre y martillo han quedado descritas en los libros de historia y que son el reflejo de la sociedad en el momento en las que se producían. Muy usual viene siendo analizar con los criterios de ahora a la sociedad o a las administraciones públicas de hace décadas. Hay tendencia a rectificar para que la foto de entonces se parezca a la de hoy, por eso surgen voces para cambiar cuentos míticos de Disney por sexistas, porque CenicientaLa Bella Durmiente o Blancanieves atentan contra la igualdad y, por tanto, algunos/as versionarían a Cinderella invitando a copas y consumando con el príncipe encantado en explosivas poses animadas; qué decir de tantas otras letras del cancionero español: "No me gusta que a los toros te pongas la minifalda" o, mejor, "Viva el vino y las mujeres", de Manolo Escobar, auténticos himnos al machismo. José Alfredo -único en la voz de Pradera-: "Te vas porque yo quiero que te vayas. A la hora que yo quiera te detengo. Yo sé que mi cariño te hace falta. Porque quieras o no yo soy tu dueño". Los Beatles, en Run for your life"Corre por tu vida, pequeña niña, si te atrapo con otro hombre será el fin". En sus diferentes épocas a nadie chirriaron estas letras, al contrario, se coreaban con entusiasmo tanto por hombres como por mujeres, distinto sería que fuesen escritas hoy. Pero ni deben dejar de ser escuchadas ni hay que juzgarlas desde las perspectiva actual, como tampoco a una película de Landa persiguiendo mozas, un cuadro de ninfas desnudas de Botticelli o un libro como, por ejemplo, los Diez negritos de Agatha Christie, que, por decisión de su bisnieto, ha pasado a llamarse Eran diez al ser considerada esta expresión, nigger, muy despectiva en el mundo anglosajón, aunque su bisabuela seguro que no pensó ni por asomo en dar ningún tinte racista a su novela; reescribir la historia desde la óptica actual es redibujar un camino ya trazado que nos has traído a dónde estamos y eso, justamente, es evolucionar.

Pensamos que hemos llegado al culmen evolutivo y, siendo honestos, cuántos destrozos hacemos que en dos o tres décadas serán un ejemplo de obscenidad social, cosas en las que preferimos no detenernos a sabiendas de que están mal y otras que ni pensamos lo sean, pero que más pronto que tarde serán rechazadas o, directamente, prohibidas. El trato al medio ambiente, el nulo cuidado al planeta como si los recursos fueran eternos, la escasa cultura al reciclaje, los arrojos masivos en vertederos sin penalización y el no importarnos lo que se dice un comino combinar en una misma bolsa una cáscara de plátano con envases de plástico o vidrio, la basura arrojada en la calle, en playas, latas, colillas, plásticos, inmundicias variadas pensando que ya vendrá alguien a recogerlo o el hecho de que el mar es muy grande y lo absorbe todo y, mientras, vemos veranos que se meten en noviembre, calentamiento y elevación del nivel del mar, deshielo en los polos y a las personas y a los gobiernos parece no importar demasiado porque no votamos ante políticas que primen el cuidado al medio ambiente o la sostenibilidad y los políticos, por desgracia, lo saben y solo actúan ante la limpieza de la calle, que es lo que el ojo aprecia, evalúa y, por tanto, premia o castiga. No cuidar este planeta que nos da la vida es, quizás, la mayor barbaridad que estamos cometiendo y las generaciones venideras nos lo van a echar mucho en cara.

Europa está advirtiendo a España del enorme déficit que existe en materia medio ambiental. Se acaba el año y en nada habría que imponer el quinto contenedor -la bolsa de basura orgánica se separa en dos-, uno color marrón mediante el cual apartemos el rechazo húmedo del seco o, lo que es lo mismo, la monda de fruta, húmedo, de un trozo de desperdicio plástico, seco, de manera que ese contenedor marrón convierta el desperdicio húmedo en compostaje y de toda la basura que generemos vaya a vertedero solo entre el diez y el veinte por ciento del total una vez separado para reciclaje húmedo, vidrio, cartón y envases. Lo grave es que las plantas de tratamiento que operan, en su mayoría al menos, son un auténtico desastre porque son obsoletas, con adjudicaciones de hace más de veinte años y sin capacidad técnica para separar, ante lo cual mucho al final va al hoyo y tierra encima, tirando dinero porque la mayor parte de lo que se entierra sería reusable y, además, es tóxico. Bob Ingersoll: "En la naturaleza no hay recompensas ni castigos, hay consecuencias".

No adaptamos nuestro entorno a los mayores porque cuando no somos viejos pensamos que nunca lo seremos y la inaccesibilidad al entorno digital es un ejemplo y la solidaridad, en general, es escasa, lo es con la miseria cercana, esa que está a golpe de vista, y lo es, mucho más, con aquella que sabemos existe pero que casi no vemos. O no queremos ver.

Queda poco para algunas prohibiciones, bien sea por toxicidad o porque consumen materia prima esencial, escasa, necesaria, como el consumo irresponsable del agua con los problemas de sequía tan severos que padecemos, el uso masivo de objetos de plástico, el dinero en metálico, el azúcar procesada, las chimeneas de leña, los periódicos y libros en papel, a lo que hay que sumar el hecho de que los avances tecnológicos nos llevan a un camino de férreo control de nuestras vidas. De hecho ya en las nubes de internet transitan no sólo nuestros datos personales sino, también, nuestros gustos y hábitos, lo cual nos hace un poco presos del sistema de consumo. La inteligencia artificial presidirá todas las vidas y, por supuesto, la gestión de todos los servicios, públicos y privados, y facilitará un mayor control y que se impongan nuevas prohibiciones. Los vehículos se impulsarán con otras energías, eléctrica, hidrógeno, gas, abandonando ese petróleo que tanta huella deja en nuestra capa de ozono y, cómo no, en nuestra economía, y funcionarán con inteligencia artificial, limitándose la conducción manual: es posible que las muertes en carretera por accidentes provocados por el consumo de alcohol tornen, por ello, a su fin. La cultura de la propiedad privada y de acumular cosas se verá alterada por ese mundo virtual a manos del metaverso, que abrirá nuevas experiencias al ser humano. Todo ello, sin duda, facilitará otro orden social en el que la libertad individual ceda terreno ante las ventajas de un entorno digital cómodo, desconocido, infinito en su capacidad de hacer adeptos y, más que próximo, presente. 

Todo esto, en gran medida, con matices al gusto, sucederá en el mundo del mañana. Un mundo mañana que mirará al nuestro con ojos de asombro, críticos y con ánimo de corrección, parecido a como nosotros miramos atrás.

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