Manolo Guimerá retorna con el tango gaditano con un tipo simpático y alegre con unos personajes graciosos cuanto menos y dispuestos a hacer las delicias del respetable. Representan al que “pone los cuernos en las fotos, el que tira los petardos, el del martillo”. Un artista.
Dedicatoria al aficionado, al verdadero, según ellos, protagonistas de la fiesta. Con martillo y con nariz postiza, le cantan en el segundo tango a la hipocresía del político que “impunemente no hace nada”.
Remata los cuplés con un estribillo animoso y un popurrí localista y puro.