Un serio Villarreal logró vencer por tres goles a uno al Athletic de Bilbao, en un partido que los locales dominaron y en el que merecieron la victoria por dominio y más ocasiones.
El partido que tardó en decantarse del bando local, ya que a pesar de este dominio, la distancia en el marcador y la tranquilidad llegó en la segunda parte y cuando el partido parecía más equilibrado.
La primera parte comenzó con un Villarreal muy activo, que salió con ganas de encerrar a su rival en el área y llevar así el peso del partido. Así lo hicieron los primeros minutos, pero a los diez minutos caía lesionado un activo Bakambu (con un esguince de tobillo) lo que descolocó a los locales durante un tiempo.
A partir de esa jugada el partido perdió ritmo, ya que a los locales les costaba llegar al área e inquietar a Iraizoz, mientras que los visitantes buscaban hacer peligro con balones colgados al área desde muy lejos.
Además, los constantes cortes del juego hacían un partido lento y trabado, lo que favorecía al equipo de Valverde. A pesar de ello los de Marcelino seguían buscando generar peligro y lo hacían con un voluntarioso Castillejo, al que se le sumaba el buen trabajo del recién entrado al campo Leo Baptistao.
A la media hora el partido comenzó a decantarse el partido para el Villarreal y los castellonenses llegaban con asiduidad al área y daba la sensación de que podía llegar el gol. Este llegó faltando dos minutos, gracias a un riguroso penalti de Gurpegui a Baptistao, que materializó Bruno.
La segunda parte comenzó con una opción clara para el Athletic que pudo igualar con un remate de San José bajo palos que mandó fuera, mientras sus compañeros pedían pena máxima por agarrón a Gurpegui que también buscaba el remate.
Esa jugada ya marcó las intenciones del equipo vasco, que además daba entrada a los quince minutos a Aduritz y Raúl García.
Con ello los visitantes buscaban el juego directo y complicar al equipo amarillo a partir de ese momento cuando el partido parecía más igualado.
Pero justo en ese momento apareció Mario Gaspar para sentenciar con un golazo el partido y con el que abortaba los planes del rival y sobre todo daba ya la confianza a su equipo, puesto que tras ese disparo a la escuadra los castellonenses ya manejaron el partido a su antojo.
Con espacio y con tranquilidad el Villarreal salía rápido y llegaba con peligro. La sensación era la de que llegaría el tercer gol y así fue en una gran contra de Adrian, que habilitaba para que Baptistao sentenciara, si bien en el tiempo añadido y con el partido sentenciado marcaba Aduriz el gol del honor para su equipo.