El Atlético de Madrid confirmó este sábado su reacción con una victoria práctica frente al Getafe, dirigida por la precisión de Koke Resurrección y transformada a balón parado, con Fernando Torres y el portugués Tiago Mendes como goleadores, para prolongar el pulso con el Valencia por la tercera posición de Liga.
Ahí se centra en este momento el conjunto rojiblanco, que respondió con un triunfo cómodo, solucionado en el primer tiempo, con ratos de buen fútbol, sobre todo los 20 minutos iniciales, en los que ya tuvo ocasiones de sobra para haber sentenciado el partido ante un rival que sólo contó un disparo a portería en hora y media.
En tres minutos, todos los propósitos del argentino Diego Simeone en la víspera del duelo ya estaban cumplidos. Quería un inicio potente, auguró la reaparición goleadora de sus delanteros e insistió en la importancia de la estrategia como una opción ofensiva para su equipo, menos productivo en esa faceta recientemente.
Ni siquiera notó las ausencias en el once del croata Mario Mandzukic, lesionado, y el francés Antoine Griezmann, suplente de inicio, sus dos máximos goleadores, porque sólo necesitó una ocasión para marcar el 1-0, en un acción a balón parado de manual. La puso perfecta Koke, la remató fenomenal Fernando Torres para el 1-0.
Estrategia, gol de un delantero y partido encarrilado por el Atlético, que acumuló infinidad de acercamientos al área contraria y que combinó y desbordó cómo y cuando quiso a la defensa del Getafe durante más de 20 minutos, de los que el conjunto azulón salió vivo por el poste y un par de remates fallidos, uno de Koke y otro del mexicano Raúl Jiménez, de vuelta al once tras 18 encuentros.
Después, cuando su adversario elevó algo la exigencia del duelo, respondió con un partido serio y eficaz, desde el esfuerzo, desde la intensidad defensiva, con la que frenó el uruguayo José María Giménez lanzándose al suelo y con la cabeza una jugada del colombiano Fredy Hinestroza, y de nuevo desde el balón parado.
Cada falta y cada córner sobre el área visitante, siempre desde la formidable precisión en el lanzamiento de Koke, fue un jeroglífico sin definición para el Getafe, un caos defensivo cada vez que el Atlético puso en funcionamiento su cuidada estrategia con destino al primer palo, al segundo o al centro del área.
En cualquier dirección generó zozobra en la retaguardia azulona, que suspiró en un cabezazo de Giménez sacado bajo palos y en un remate alto del turco Arda Turan y que lamentó el 2-0 al borde del descanso, superado de nuevo en otra falta lateral, en otro centro de Koke prolongado por Raúl Jiménez y culminado por el portugués Tiago.
Un golpe definitivo para el Getafe, tan inocente en la defensa aérea de su parcela defensiva como en las faltas que cometió en torno a su área, una concesión imperdonable para un equipo tan sobresaliente en ese aspecto del juego como el Atlético, también siempre dominador de su rival en cada sector del campo.
Un solo sobresalto tuvo Jan Oblak, en su estreno en la Liga, seguro por arriba y ágil para despejar un disparo lejano, y ni una duda hubo ya del triunfo rojiblanco, ni siquiera cuando el Getafe asumió más responsabilidad con la pelota, apagada cada vez que llegaba el momento de irrumpir en el área de un Atlético firme.