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Bretón, sospechoso de principio a fin

Diez minutos tardaron los agentes policiales en comprobar que la versión de Bretón "no cuadraba"

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Diez minutos tardaron los agentes policiales en comprobar que la versión de Bretón "no cuadraba".

Los primeros investigadores que llegaron al parque Cruz Conde de Córdoba, donde Bretón asegura una y otra vez que perdió a sus dos hijos, sospecharon de inmediato de su actitud "fría, tranquila y calculadora".

"Parecía que la fiesta no iba con él", ha sido una de las frases más recurrentes de los policías que han prestado hoy declaración ante el jurado popular encargado de enjuiciar a Bretón por dos delitos de asesinato.

En el parque, Bretón se mostraba "quieto, sin una actitud activa" en la búsqueda de sus hijos y sin ofrecer una "versión coherente de lo que había ocurrido".

Al comprobar que los niños no aparecían, el primer consejo de los investigadores fue desplazarse hasta la comisaría para interponer la denuncia de desaparición, un caso que desde ese momento fue catalogado de "alto riesgo".

En dependencias policiales, la actitud de Bretón fue "más extraña si cabe", ya que era incapaz de ofrecer "un relato continuado de lo ocurrido" y las "contradicciones" eran "más frecuentes".

La sospecha de los investigadores se acrecentó en el momento en el que Bretón reconoció, muy de pasada, que ese día había estado en la finca de Las Quemadillas.

Habían pasado más de cuatro horas desde la desaparición y era la primera vez que nombraba la finca. Una vez allí, los agentes vieron "nervioso" a Bretón por primera vez.

"Se mostraba colaborador a nuestros requerimientos pero siempre titubeaba ante nuestras preguntas", han asegurado los agentes que acompañaron a Bretón a la finca.

Las contradicciones se acumulaban. Primero dijo a los investigadores que tanto él como los niños se quedaron dormidos en el coche al llegar a la finca. Cuando los agentes descubrieron la hoguera "todavía caliente" su versión cambió. Entonces dijo que estuvo un par de horas quemando recuerdos de su mujer y animales.

Al ser de noche, los agentes dejaron el registro minucioso de la finca para el día siguiente y se centraron en reconstruir la llegada de Bretón al parque.

Era "muy difícil o imposible" que Bretón sacara a sus hijos del coche por donde dice que lo hizo ya que un obstáculo impedía abrir la puerta. "Al verse comprometido cambió de nuevo la versión", aseguran los investigadores.

Tampoco era capaz de dar una versión coherente sobre cómo llegó al parque, aunque una vez allí su guión era automático: se sentó en un barra de ejercicios, se despistó y ya no vio más a sus hijos.

En ese momento la investigación se dio por finalizada ese día, pero las sospechas eran tan fundadas que Bretón se encontraba vigilado día y noche para hacer un exhaustivo seguimiento de sus movimientos.

Se trataba ya de una "investigación criminal" ha asegurado Serafín Castro, comisario jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) y jefe de la investigación en ese momento.

Según las variables de tiempo y espacio de la investigación, Bretón "llevó a su hijos a la finca de Las Quemadillas y no salieron de allí", ha insistido Castro.

"José, dime lo que has hecho con los niños y esto se acaba aquí", le dijo el comisario a Bretón cuando inspeccionaban las paredes y recovecos de la casa principal de la finca. "Eso yo no se lo puedo decir", contestó Bretón con la cabeza agachada y sin mirar a la cara al jefe de la investigación.

A partir de ahí llegaría el "error humano" en la identificación de los restos óseos hallados en la hoguera y todos los informes periciales que desmontaban la versión del parque y que confirmaban la "única sospecha" de que Bretón era el "responsable de lo que había sucedido".

"Objetivamente falta la prueba definitiva del ADN" de los restos óseos, ha reconocido Castro. Sin embargo, la investigación "demuestra" que Bretón llegó a la finca con los niños y estaban allí "sí o sí", mientras que diez meses más tarde se constató que los "huesecillos" correspondían a "niños de 2 y 6 años".

Bretón fue el sospechoso desde el principio hasta el final de la investigación, aunque debe ser el jurado el que tenga que dilucidar si es culpable del asesinato de sus hijos. EFE

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