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Campo de Gibraltar

Amanita, un cachalote fiel al Estrecho de Gibraltar

Se le lleva detectando 18 años seguidos en verano en las aguas de la comarca

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  • Amanita -

El cachalote "Amanita", que, al menos desde hace dieciocho años "veranea" en el Estrecho de Gribraltar, ha vuelto a estas aguas, en las que ha sido avistado de nuevo.

Personal de la fundación Circe, dedicada a la conservación, información y estudio sobre cetáceos en aguas del Estrecho, ha vuelto a fotografiar a este cachalote, el "más fiel" de los 74 diferentes que en los últimos años han sido identificados en esta zona marítima que une el mar Mediterráneo y el océano Atlántico.

"Amanita" fue visto por primera vez en estas aguas en 1998, cuando Circe comenzó sus actividades de avistamiento y estudio de los cetáceos en la zona.

"Eso no quiere decir que no viniera desde antes, sólo que es la primera vez que se registró su presencia aquí", ha explicado a Efe David Alarcón, responsable de comunicación de la entidad.

Desde entonces, según los expertos de Circe, ha venido prácticamente cada año a pasar una temporada en aguas del Estrecho, a las que los cachalotes, los odontoceos (cetáceos con dientes) más grandes del mundo, suelen venir desde el Mediterráneo a comer grandes calamares, entre otras especies.

Por ello se distribuyen en las áreas más profundas del Estrecho, buscando su alimento entre los seiscientos y los mil metros de profundidad, con inmersiones que rondan los treinta minutos.

Su presencia en la zona es habitual entre marzo y julio fundamentalmente, aunque también es posible verlos, en menor medida, durante el otoño y el invierno.

Los expertos de Circe han llegado a ver juntos en esta zona hasta doce cachalotes en alguna ocasión.

Los cachalotes, al igual que otras especies de cetáceos, se reconocen mediante las fotos de identificación de sus aletas dorsales o de la caudal, en la que pueden tener manchas o muescas que "son como su DNI, únicos en cada individuo", según David Alarcón.

En el caso de "Amanita", que es un macho adulto de unos dieciseis metros y unas cuarenta toneladas de peso, son cuatro manchas a ambos lados de su aleta caudal las que permiten identificarle.

Una de las grandes amenazas que los cetáceos encuentran en el Estrecho es el intenso tráfico marítimo de grandes buques en la zona.

Desde el 2002 ha habido dos casos documentados de colisión de transbordadores con cachalotes en las aguas del Estrecho, "por ello en 2007 se estableció la recomendación de reducir la velocidad a 13 nudos en las zonas sensibles para estos animales, en la época en la que suelen acercarse a estas aguas", explica Circe.

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