La fragancia de incienso y romero pulula por las calles céntricas de la ciudad. El gentío se amontona en las inmediaciones de San Telmo. Todo se prepara. La Patrona espera.
Un espera que se hizo eterna sobre las siete y media de la mañana, cuando Chiclana amanecía al eco de un Rosario de la Aurora y con una misa cantada.
A las once de la mañana tuvo lugar en la Iglesia de la Santísima Trinidad la Función Principal, estando presidida por el Obispo de Cádiz y Ceuta, don Antonio Ceballos Atienza. En esta ocasión contó con la participación de la Agrupación Coral Virgen de los Remedios. Posteriormente, se celebraba la ofrenda floral ante el mosaico de la patrona organizada por la Peña de Costaleros Nazarena.
Una ofrenda floral que llegaría cargada de sentimiento y devoción. Un homenaje al costalero fallecido, Moisés, que hizo temblar la voz de su capataz. Un ramo que “de forma simbólica lo manda Moisés desde el cielo para nuestra patrona”.
Emotivo homenaje, que daría paso a todo el cortejo de personas que fueron pasando por la calle La Plaza, para entregar las flores como ofrenda a la Virgen de los Remedios. La corporación municipal con el alcalde, José María Román, al frente y varios concejales con y sin delegación. La Chiclanera Mayor y su cohorte caminaba hacia el altar situado en la fachada de San Telmo, para que la belleza de la ciudad también muestre sus honores a la virgen.
El torno sería para las Hermandades y Cofradías de la localidad, no sin antes dar el paso, una representación de los reverendos agustinos recoletos.
Sin duda, la nota curiosa de la jornada, la puso la Unión de Motorista de Chiclana que, con un total de once motos, rodaron por el pasillo colocado para la ocasión y rendir también honores a la virgen. Así, se le daba paso a las asociaciones de vecinos, academias de baile, peñas y demás colectivos que quisieron pasar por La Plaza.
Llegaría entonces el turno para los caballistas, que demostrando su arte y su saber estar montando a lomos de sus equinos, pasearon con garbo y tronío como queriendo los animales, mostrar sus mejores formas a una patrona que, ya en esas horas, rebozaba de flores. Dos palomas pondrían el broche a tamaña muestra de devoción de un pueblo por su patrona.
Salida de San Telmo
Y esperando, esperando... llegaba la hora y ese olor a incienso volvía a llenar los olfatos más deseosos de fervorosa devoción. Eran las ocho y media y sonaron las campanas en San Telmo. Ese repique alegre que llenaría de asombro a toda la calle La Plaza, para que, vecinos y foráneos miraran al unísono la puerta de salida de los pasos del templo.
Tras los acólitos, las representación de las hermandades y cofradías de la localidad, la corporación y la comitiva eclesiástica en pleno, la Virgen de los Remedios hacía acto de presencia y el gentío esperaba impaciente. Los alrededores llenos y la patrona se disponía a pasear por las calles más céntricas de la localidad. Unas calles que eran rociadas a su paso por ramos de romero que, de forma pícara y con más devoción que otra coas, la gente se apresuraba en cogerlos del suelo. “Un recuerdo bendito” decía una mujer, mientras mandaba al hijo a recoger del suelo la ofrenda antes vertida.
Así, enfilando La Plaza, el color de la tarde se entremezcla con el ámbar de las farolas, creando una divina estampa, al fundirse la hermosa canastilla con el cielo azul. Suenan las marchas procesionales y la gente aplaude los movimientos acompasados, maduros y eternos de la cuadrilla de las peña Hermanos Costaleros Nazarenos de la ciudad chiclanera.
Pasito a pasito, poco a poco, la virgen camina hacia la Corredera, pasando por sitios y lugares donde la gente sigue esperando. Ya con la tarde dormida, la oscuridad de la noche deja paso a otra de los momentos claves de la jornada. En la calle La Vega, varias alfombras engalanadas esperan a la patrona, para que pase por encima y bendiga, una año más, a todos los chiclaneros que, con fervor, trabajo y paciencia, han aguantado un nuevo año para seguir mirándola de cerca.
Una vez más, cruza por la Alameda del Río y la Virgen de los Remedios se queda en su templo. La gente la despide con aplausos, vítores y besos y mientras el pueblo, se recoge pidiendo que hasta el próximo año, la patrona espere, siga esperando.