A partir de los cuatro años, el sobrino de Marta Jiménez
comenzó a cojear. Al principio, la familia no se preocupó, pero el pequeño no tardó en quejarse, además, de
dolor en la ingle, de manera que acabó en el centro de salud para determinar el alcalce de la dolencia.
El primer diagnóstico fue sinovitis, una inflamación del tejido conjuntivo que recubre la cadera. Las molestias remitieron con el tratamiento, pero
no tardaron en reaparecer y finalmente el médico determinó que padecía la
enfermedad de Perthes, cuyo día de concienciación se celebra este lunes con la iluminación de verde de edificios públicos en medio centenar de localidades por toda la geografía española. En Cádiz, el Ayuntamiento se ha sumado a la iniciativa impulsada por la Asociación de Familias con Perthes (Asfape) y coloreará el
Torreón de las Puerta de Tierra.
“Se trata de una
necrosis avascular en la cabeza del fémur causada por la falta de riesgo sanguíneo”, explica Marta. De origen desconocido, está considerada una
enfermedad rara, dado que afecta aproximadamente a 1,5 de cada 10.000 niños.
Según la información remitida por la asociación, “se presenta
más en varones, con una niña por cada cuatro niños, de edad comprendida
entre los 3 y los 12 años, pero con una mayoría en torno a los 6 y 8 años.
El síntoma más común, como en el caso del sobrino de Marta, es la cojera, pero también lo son la
rigidez en la cadera, restricción del movimiento o dolor en la ingle, muslo o rodilla.
“Mi sobrino ha pasado dos veces por quirófano para someterse a una
osteotomía para mejorar la movilidad y muy probablemente tenga que someterse a un par de intervenciones más a lo largo de su vida”, agrega Marta.
El niño, como todos los que sufren la enfermedad,
no debe correr, saltar o hacer deportes de impacto, actividades comunes en la infancia. En el caso de la portavoz de la asociación, “el pequeño tiene prohibido el fútbol, que es lo que más le gusta”. En cambio, “practica natación, que le viene muy bien, y está probando en el waterpolo”.
Por todo ello, además del aspecto físico, esta dolencia conlleva una
gran carga psicológica que afecta a la vida familiar y social. Marta subraya que, externamente es una enfermedad que no se aprecia, salvo la cojera, por lo que es necesario que niño, familia, amigos, compañeros de colegio y profesores comprendan la afección y
entiendan las limitaciones que provoca.