Los crímenes ecológicos como cualquier otro crimen se cometen con premeditación y alevosía. El objetivo es que no te dé tiempo a reaccionar, manteniendo todo el tiempo en el que puede haber alegaciones en el mayor de los secretismos para que cuando te vayas a dar cuenta ya no se pueda hacer nada porque es el último día.Colocando el anuncio del proyecto, hace tres años, dentro del ayuntamiento, en plena pandemia, cuando no se podía acceder a sitios públicos en vez de en la página de transparencia a la que todos tienen acceso. Es lo que les ha ocurrido a los vecinos de San José del Valle con la planta de tratamiento de lodos que van a construirles a la puerta de casa de los vecinos de Briole y Los Alcornocalejos.
Los lodos que accedan a esa planta pueden proceder de cualquier parte y contener residuos contaminantes agroalimentarios o metales pesados. El mal olor y las moscas serán un mal menor, el mayor es que será construido encima del Acuífero de los Sotillos, el más grande de la provincia, esencial en tiempos de sequía. De él ha dependido la provincia cada vez que se ha producido un período de escasez de agua. Así que el problema no es de los vecinos a los que va a llegarles la peste y las moscas, sino de todos los residentes de la provincia de Cádiz que sufrirán la contaminación grave de sus aguas.
Aquí no vale ponerse de perfil, porque nos afecta a todos y ese es el primer paso, concienciarnos de que el tema es de nivel provincial y de que tenemos que actuar todos los gaditanos, no sólo los vecinos de San José del Valle porque lo tienen allí. Esos a los que su alcalde, ha sabido ocultar tan bien,el mal que se les venía encima. Resulta un misterio saber qué le habrá movido a hacerlo. Hasta que no se ha colocado el cartel en la finca para empezar a construir no ha promovido una reunión con los vecinos afectados de Alcornocalejos y Briole. El resto del pueblo por ahora no parece haber tomado conciencia de la catástrofe medioambiental que les viene encima.
El agua es de todos y una vez contaminada ya no nos sirve a ninguno, como ocurre en zonas de Teruel y Cataluña que no pueden consumir sus aguas porque están contaminadas por los purines, lodos, de las numerosas granjas de cerdos que tienen.
