POR MIGUEL ÁNGEL RINCÓN
La música es de las mejores cosas que la humanidad posee (ya lo dijo Nietzsche: sin música, la vida sería un error). La música nos emociona, nos motiva, nos conecta, nos salva; la música beneficia, además, nuestra salud mental: reduce el estrés y la ansiedad, mejora el estado de ánimo, estimula la memoria al traernos recuerdos y crear otros nuevos. Está demostrado que la musicoterapia ayuda en la rehabilitación de personas con daño neurológico, mejorando la coordinación y el control del cuerpo. También la música es capaz de unir a las personas, sin importar cultura, nacionalidad ni credo. Su poder es tal que conecta generaciones dispares, ahí están grupos ya desaparecidos como The Beatles o Triana, con unas canciones que forman parte de nuestra vida y que siguen siendo escuchadas habitualmente tanto por jóvenes como por mayores.
A propósito de todo esto, en la Junta de los Ríos vive una joven muy especial llamada María Nazaret Ruiz Venegas, que de ningún modo podría imaginar su vida sin la música. Su madre nos cuenta que desde pequeña aprendió a usar el ordenador y a poner buena música, y así descubrió a su grupo preferido. María asiste actualmente al Centro Ocupacional Francisco Garrido de la localidad vecina de Espera, y en su tiempo libre le gusta practicar baloncesto, jugar con su perrito Guillermo, hacer sopa de letras y ver su programa televisivo favorito: “Atrápame si puedes”. Pero, sin lugar a dudas, su mayor afición es la música, concretamente la de Medina Azahara, su grupo favorito. María, al ser una persona especial y tener sensibilidad auditiva a los ruidos fuertes, tuvo que superar esta circunstancia para poder asistir a un concierto. El año pasado, en la actuación que ofrecieron en El Bosque consiguió, gracias a la mediación de Tana y Gloria, hacer su sueño realidad: conocer en persona a Manuel Ibáñez, el teclista del grupo. Hace algunas semanas, María, junto a sus padres, asistió a otro concierto de Medina Azahara en Málaga, donde también fue recibida con mucho cariño por los componentes del mítico grupo de rock andaluz.
A esto me refería cuando hablaba al comienzo de la conexión tan extraordinaria que la música es capaz de lograr. Que una joven con una diversidad funcional específica realice el tremendo esfuerzo de superar su miedo al exceso de sonido, solo por ver a sus ídolos musicales en directo; de sentir tan profundamente ese inmenso amor por la música, por las canciones de una determinada banda, incluso aficionar a su familia a escucharlos también y a recorrer kilómetros para disfrutar cantando y bailando…, eso es mágico, porque la música, queridas lectoras y lectores, es precisamente eso, pura magia.
El que esto firma, ha podido ponerse en contacto con Manuel Ibáñez, componente de Medina Azahara, para poder reflejar sus palabras en este artículo, y muy amablemente nos cuenta que María es una niña con una sensibilidad increíble, con la que el grupo, y especialmente Manuel, tienen una relación muy bonita. María le regala dibujos y otros detalles que muestran todo su cariño. Me cuenta Manuel Ibáñez que “es una suerte tremenda poder dedicarme a la música y hacer feliz a las personas con las canciones. A veces, los artistas, los músicos, no somos conscientes de lo importantes que somos para algunas personas que nos oyen, que nos ven como parte de su familia y de sus vidas. Si a María yo la hago feliz con mi música, con mis mensajes y con mi amistad, me siento súper orgulloso”.
Esto no es casualidad, porque Medina Azahara siempre ha sido un grupo accesible y muy cercano a la gente, y también muy comprometido, con unas letras, compuestas por Manuel Martínez, en las que reivindican la felicidad de la infancia y se postulan contra la guerra, a favor de la paz y la multiculturalidad. Valgan como ejemplo míticas canciones de la banda como “Si supieras”, “Niños”, “Palabras de Libertad”, “Hijos del Amor y de la Guerra”, “Nunca me rendiré”, etc. El grupo cordobés, que lleva ya más de cuatro décadas de carretera, escenarios, premios y con veinticuatro discos de estudio en su haber, anunció para 2025 y 2026 una gira de despedida, a la que han dado el significativo nombre de “Todo tiene su fin”. Según nos cuenta Manuel, han confeccionado esta gira como un homenaje a todos los que han acompañado al grupo desde sus inicios hasta la actualidad, recorriendo los grandes éxitos que han forjado su historia. Nuestra querida amiga María seguirá disfrutando de su grupo favorito en esta última gira y continuará su bonita amistad con Manuel, que además de ser un gran músico, también es una buena persona.
Historias como estas demuestran una vez más el gran poder de la música. ¿Se imaginan ustedes la vida sin música? Nosotros tampoco.