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Arcos

El sacerdote Pedro Antonio Lozano evoca los aromas rocieros en el pregón de la Virgen

La hermandad de Arcos ponía colofón a una semana de cultos y procesión en la antesala de Pentecostés

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El pregonero demostró su conocimiento del Rocío.

El pregonero junto a la hermana mayor.

La madre del pregonero recibió un ramo de flores.

También la Vega de los Molinos vivió su día rociero.

También la Vega de los Molinos vivió su día rociero.

El pregón de las Alabanzas a Nuestra Señora del Rocío de Arcos, pronunciado por una persona tan cercana a la hermandad como a la Virgen en sí, el sacerdote arcense Pedro Antonio Lozano, puso colofón a una intensa semana de actos en torno a la Blanca Paloma a las puertas de la Romería de Pentecostés. La hermandad dirigida por la hermana mayor Rafaela Gómez había celebrado a lo largo de la semana sus tradicionales cultos que tocaron fin con la clásica función principal de instituto. El sábado, como regalo a la feligresía, la hermandad realizó la procesión de Nuestra Señora del Rocío por las calles del barrio de San Francisco. El domingo siguiente, el pregón dio sentido a estos días de fe en la Virgen y a la alegría de compartir un año más la Romería como punto de encuentro religioso y convivencial. El acto se desarrolló excepcionalmente en la iglesia de San Juan de Dios, un lugar con el que el pregonero se siente especialmente identificado más allá de las razones vecinales.

Pedro Antonio Lozano, tras los saludos de rigor y nombrar a los titulares de la hermandad de Vera Cruz, comenzó citando a las numerosas familias rocieras de Arcos y la comarca, con un recuerdo especial a la peña La Buena Gente como antesala de la hermandad constituida en 1997 y que realizará como tal su primera romería en 2020. El pregonero se preguntó “Qué tendrán cinco letras/ que mueven los corazones cuando llega primavera./ Qué tendrán cinco letras/ que disparan el sueño entre carriolas y carretas./ Qué tendrán cinco letras/ que te lanzan a peregrinar en medio de las arenas./ Qué tendrán cinco letras/ que andan buscando a la Reina de las reinas./ Qué tendrán cinco letras,/ y es un tesoro vivo custodiado entre rejas./ Cinco letras volanderas/ que salen de los labios de gente verdadera./ Cinco letras, cinco letras son Rocío de mañana,/ Rocío, flor de pureza./ Rocío del romero,/ Rocío marismeña./ Rocío Madre de Dios,/ Rocío Madre nuestra./ Rocío de los peregrinos,/ Rocío del pueblo que te venera./ Rocío de los mayores,/ Rocío de quienes dejaron su herencia./ Rocío de los jóvenes que salen a tus arenas,/ Rocío Señora,/ Señora de toda la Tierra./ ¡Rocío Madre Bendita de Arcos de la Frontera!”.

Pedro Antonio Lozano continuó desgranando sus recuerdos, anécdotas y vivencias en torno al Rocío, reivindicando a los hermanos “que van por derecho” y a quienes “acuden a la Virgen cargados de fe y devoción, buscando la única verdad, aquella que entra por los sentidos y que no es otra cosa que imitar al mejor de lo nacidos…”.  

Después de algunas alusiones bíblicas y rememorar “los olores a tomillo, a resina y a romero floreciente”, el pregonero buscó figuradamente la sombra del Simpecado de la Virgen… En tono poético siguió rezando a su forma “… por los días de Camino, por Doñana y su aroma, por sus caballos y sus mulos, por los atascos que nos aploman, por los ángelus y las sevillanas, por las fiestas que nos asoman, por los tamboriles sonoros, ¡Viva esa Blanca Paloma! Por la llegada a la ermita, por su luz que nos guía, por los romeros que nos saludan con su causa y acogida, por las frías noches, por su rosario de carisma, por su procesión gloriosa, ¡Viva la Reina de las marismas! El pregonero, para terminar, abogó “por las hermandades arcenses que acompañan el Simpecado, por nuestra ciudad de Arcos que en la medalla llevamos, por las familias y los enfermos, por los niños y los ancianos, por tantas oraciones sinceras, ¡Viva la hermandad de Arcos!”… y proclamar abiertamente ‘¡Viva la Madre de Dios!

El pregón se cerró definitivamente con el simbólico beso y bendición a la medalla de la hermandad y la acertada entrega de un ramo de flores a la madre del sacerdote a propósito, precisamente, del Día de la Madre.

En Vega de los Molinos

Pero también la barriada rural de la Vega de los Molinos celebró una emotiva jornada con la salida de la imagen de la Virgen del Rocío, acto que fue acompañado por el alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, y una amplia representación vecinal. También se celebró una posterior convivencia con todo el tipismo rociero posible y, como acto tal vez más emotivo, el descubrimiento de una placa dedicada al vecino fallecido durante la pandemia Juan Carlos Manzano cuyo nombre preside ya una plaza de la barriada.  

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