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Los lagartos de Obama

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  • Morena Baccarin es la líder de los visitantes, aunque, de momento, no se alimenta de ratas como Diana
El canal abc estrenó hace un par de semanas en Estados Unidos el primer capítulo de la serie V (Los visitantes), versión actualizada de uno de los grandes hitos televisivos de los años ochenta. La emisión del episodio piloto estuvo rodeada de una gran expectación y, por el momento, ha igualado el impacto ocasionado hace 25 años por su predecesora. Tal vez no lo haya hecho desde el plano argumental -la trama es casi literal a la de entonces-, pero sí desde su sofisticada puesta en escena, interpretada por muchos analistas como una crítica deliberada a la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.

Del mismo modo que las películas de extraterrestres de serie B de los años cincuenta y sesenta fueron concebidas como un reflejo del ambiente inspirado por la Guerra Fría -el pueblo americano amenazado por un enemigo exterior al que combatir y expulsar-, los hay que entienden que los nuevos lagartos de V encarnan ese mismo cometido, con la salvedad de que , en esta ocasión, el enemigo al que encarnan se encuentra en casa. Cualquiera que haya visto la serie hasta ahora entenderá que hay que echarle algo de imaginación al asunto, aunque hay un aspecto significativo: la elección de la persona que se encuentra al frente de los visitantes, la comandante en jefe Anna, interpretada por Morena Baccarin.
Baccarin es una joven actriz brasileña de tez morena, ojos oscuros, aspecto encantador y muy estilizado. Vamos, que sólo le falta decir “Yes, we can” cuando se dirige por primera vez a los terrícolas para llevárselos de calle con sus mensajes de paz, felicidad y prosperidad para la humanidad, cuando todos sospechamos que sus intenciones son totalmente opuestas.
Como ocurre ahora con Obama, puede que el hecho de ver a Morena Baccarin más o menos bronceada dependa de nuestra ideología, pero también puede que su personaje no diste tanto de muchos otros políticos y candidatos con mensajes, promesas y alabanzas envenenadas que, como ocurre en la serie con Anna, no desaprovechan la primera ocasión para censurar a los medios de comunicación que no contribuyen a expandir su mensaje.

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