La zona patrimonial protegida ocupa una extensión de 1.990 hectáreas en los Valles de Otíñar, un territorio que desde la Prehistoria ha sido ocupado, deforestado y cultivado por grupos humanos.
Entre los vestigios destaca la cueva neolítica de los Corzos, los más de 20 abrigos con manifestaciones rupestres o el castillo de la época medieval.