La economía nipona deja también atrás la recesión
Japón, segunda economía mundial, se sumó ayer a Francia y Alemania en anunciar un crecimiento positivo del PIB en el segundo trimestre, después de haber vivido durante doce meses su peor recesión desde el final de la II Guerra Mundial.
La economía nipona registró entre abril y junio un crecimiento de su Producto Interior Bruto del 3,7% a ritmo anual y del 0,9% respecto al trimestre precedente, por encima de los avances anunciados recientemente por sus socios del G7.
Japón deja así atrás las mayores caídas de su PIB desde 1945, con retrocesos tan escandalosos como el 11,7 y el 13,7% en tasa anualizada de los dos trimestres precedentes, aunque queda por ver si puede sostener un crecimiento apoyado en los planes de rescate del Gobierno, valorados en 112.000 millones de euros.
La mejora de las exportaciones ha comenzado a impulsar a una economía como la japonesa basada en la demanda externa, mientras las medidas de estímulo del Gobierno han animado el consumo, pero el desempleo y la falta de inversión siguen siendo una amenaza para la recuperación.
Entre abril y junio las exportaciones aportaron al PIB nipón un 6,3% respecto al trimestre anterior, su mayor nivel desde 2002, y el consumo creció un 0,8%.
El que más ayudó a la recuperación de Japón desde el exterior no fue Estados Unidos o Europa sino la consumista China, cuyas importaciones contribuyeron a mantener el ritmo de producción japonés, también debido a las medidas de estímulo del Gobierno de Pekín y al soplo de recuperación que recorre Asia.
La crisis hizo que las multinacionales japonesas que habían conseguido imponerse en el mundo hayan tenido que recortar sus inversiones, sus plantillas y poner al Gobierno ante la necesidad de mejorar el panorama con ayudas de emergencia.
Para un japonés medio la crisis ha supuesto la pérdida de su empleo o mayor precariedad laboral, sólo amortiguada por recortes de precios que pueden ser insuficientes para animar la economía.
Y, para las grandes empresas niponas, como Toyota o Sony, ha traído números rojos que se prolongarán varios años y recortes de empleo que prometen cambiar la cultura empresarial de Japón.
En el segundo trimestre el consumo de los japoneses, responsable del 55% del PIB, ha sido otro aspecto que ha facilitado la salida de la recesión, al crecer un 0,8% respecto al período precedente tras medio año en negativo.
Los consumidores han comenzado a dar empuje a la economía gracias a las medidas de estímulo iniciadas hace meses, como los planes para favorecer los descuentos en electrodomésticos y automóviles eficientes, que han dado un respiro a la industria nipona.
No obstante, el Gobierno japonés no quiere lanzar las campanas al vuelo y el ministro de Economía y Política Fiscal, Yoshimasa Hayashi, tardó poco en aparecer en público para recordar que “aún existen factores de riesgo”, tales como el desempleo, la deflación y las inversiones inmobiliarias.
La corrección de la recesión ha tenido mucho que ver con las ayudas gubernamentales para que los japoneses compren y den salida a los excesos de inventario de los gigantes electrónicos o del motor que dejaron de disfrutar de unas exportaciones en alza cuando el yen se disparó al principio de la crisis económica.
Pero hay otros números que el Gobierno del primer ministro, Taro Aso, está tardando más en corregir, como son los del desempleo, que puede convertirse en el peor de posguerra (5,4%), una de las mayores preocupaciones de los japoneses y un riesgo que puede echar abajo la mejora del consumo.
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