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Voy camino Soria

?A la ribera del Duero, existe una ciudad. Voy camino Soria, ¿tú hacia dónde vas??. Todo el mundo sabe que es difícil encontrar en la vida un lugar donde el tiempo pase cadencioso y sin pensar mientras las Edades del Hombre se posan en la concatedral.

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“A la ribera del Duero, existe una ciudad. Voy camino Soria, ¿tú hacia dónde vas?”. Todo el mundo sabe que es difícil encontrar en la vida un lugar donde el tiempo pase cadencioso y sin pensar mientras las Edades del Hombre se posan en la concatedral. El origen de su nombre carece de importancia. Sólo interesa que el Duero ciñe a Soria y esta se deja abrazar. Duero y Soria se encuentran unidos desde el origen de los tiempos y culminarán en el fin de los mismos. El río se deja bautizar por el latinajo Durius y la ciudad ignora cómo llegó a ser Soria. Lo más probable es que el Duero le regalara como un dios el nombre transformando Durius en Surius/Soria.

Ni Bécquer era un iluminado ni Machado un visionario y por los dos sabrás que Soria entra en la leyenda como la Extremadura numantina. Gerardo Diego le regala su poema al Duero humanizándolo, llenándolo de soledades y de romances y colmatando sus barbas de platas con ondas multiplicadas hacia el infinito. ¿Qué tiene Soria que hace que sueñen con ella los poetas andaluces? Tú Bécquer, dedicas su paisaje a las leyendas. Machado hizo lo propio con el amor que conoció y lo sepultó entre las cruces del dolor y la muerte.

“Voy camino Soria, quiero descansar, borrando de mi memoria desventuras y demás”. Y entre tus imágenes sacras de piedra y tus álamos de magia, el cierzo arrastrará las vanas insidias como hojarasca al río del olvido. Voy camino Soria al encuentro del arte hecho en piedra y pintura. Recorrer San Juan de Rabaneda, iglesia que renombra la puebla de los que fabricaron sillar a sillar y se engalana con una portada prestada. Santo Domingo, la biblia pétrea en las arquivoltas y baquetones de una portada única. San Baudelio de Berlanga, entre el paraíso sugerido por su columna/palmera y sus escenas cinegéticas.

Los castillos y atalayas pueblan Soria. San Esteban de Gormaz, el mayor acuartelamiento almohade, fortaleza vigilante sobre el Duero que junto a Peñafiel hostigaban los avances castellanos. Las atalayas que eran capaces de llevar las noticias en pleno siglo X en un día desde Soria a Córdoba, a lomos de señales de humo y espejos, nueve siglos antes que los apaches. Soria cruce de caminos, el Cid hacia su destierro, Escipión el Africano derecho al Arco del Triunfo, los numantinos, camino del holocausto. Sertorio, general victorioso hasta el atajo de la traición y Almanzor que escaló su sepulcro en Medinaceli. Sólo Alfonso I culminó su destino en Soria como conquistador y repoblador en el Extremo Douro, tierra de fronteras y lances. Voy camino Soria.

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