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Y colorín colorado...

Ahora es cuando sopesaremos si el esfuerzo ha sido el adecuado. Si nuestros padres pecaron de cierta pesadez hacia la laxitud para con nuestras obligaciones o, sin embargo y como casi siempre ocurre, esa pesadez venía sustentada por una especie de sabiduría, la que da la experiencia, de algún tipo d

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Llegó, por fin dirán algunos, el tiempo de rendir cuentas. Un nuevo año lectivo que se nos diluye entre las manos y que, espero, hayamos saboreado en toda su intensidad, pues como dijo aquél: tiempo pasado, tiempo que nunca volverá. Pero antes de embriagarnos de mero romanticismo estival rindamos esas cuentas pendientes.

Primeramente, el magno tópico, por típico. Son a las cuentas por rendir en junio lo que Papá Noel a las cuentas por pagar en diciembre: los estudiantes.


Ahora es cuando sopesaremos si el esfuerzo ha sido el adecuado. Si nuestros padres pecaron de cierta pesadez hacia la laxitud para con nuestras obligaciones o, sin embargo y como casi siempre ocurre, esa pesadez venía sustentada por una especie de sabiduría, la que da la experiencia, de algún tipo de intuición que tienen los adultos para ver los acontecimientos futuros sin ningún tipo de parsimonia, de sopetón...: “Llevo todo el año haciendo cábalas para acertar cuántas me quedarían en verano y llegan ellos y... ¡zas!... ¡Cómo sigas así te van a quedar ocho para verano!, ¡verás el veranito que nos vas a dar!... y voilà, pleno, ¿pero cómo lo harán?”. Si tú eres de éstos, de los estudiantes a los que no les cuadraron las cuentas, te contaré un secreto; ellos pasaron por lo mismo que tú. Saben que la confianza mató al gato por el simple hecho de que lo vivieron, lo vivimos, en nuestras propias carnes. Amigo, reconozcamos que te has equivocado. Las estrategias de este año no fueron las adecuadas, así que ahora manos a la obra, y sobre todo recuerda que ellos acertaron sin ser discípulos de Anthony Blake. Acierta ahora tú desde el primer día que te pongas a trabajar. Y aunque a veces, esa pesadez no es más que falta de confianza en tu responsabilidad, comienza a mostrar que a partir del próximo año sus predicciones son tan fiables como las de la bruja Lola.

Si eres del tipo de estudiante al que le cuadraron las cuentas, disfruta de este verano. Verano que en la infancia parece eterno y que, año tras año, se vuelve cada vez más efímero, menguando proporcionalmente a tu edad. Desde aquí mi más sincera enhorabuena a aquellos estudiantes desahuciados a finales del curso pasado y principios de éste y, especialmente, a los que caminaban por el borde del precipicio... ellos saben a qué me refiero, y que al final le cuadraron las cuentas. Disfrutad a tope, chavales... ahora que podéis. Os lo habéis merecido.

Si sois padres, qué deciros. También tendremos que rendir cuentas. Es hora de sopesar si hemos estado a la altura de las necesidades de nuestros hijos, y no me refiero a las frívolas necesidades de esta sociedad moderna. Me refiero a las necesidades que no se ven, a las que pasan inadvertidas; a la necesidad de apoyo, de cariño, de cercanía, de vínculo, de amor, de disciplina, de alegría, de consuelo, de enseñanza, de confidencia, a las necesidades que, cubiertas, llevan a un indefenso niño a convertirse en un adulto coherente y estable. Si somos de esos padres, enhorabuena, sigan disfrutando de sus hijos este verano… sí, el eterno verano que para nosotros quedó en simple nodo.

En caso contrario, esto es tan nefasto o más que los ocho suspensos del estudiante, cuanto menos más devastador a la larga. Si han estado abducidos por problemas laborales, ensimismados por problemas económicos, limitados por problemas conyugales y sus hijos pasaron a un segundo plano les voy a contar otro secreto… deben mejorar como padres. Tienen el deber y la obligación de no verse superados por determinadas circunstancias. Pónganse las pilas y prepárense para la reválida. Sean felices… este cuento se ha acabado.

educa@cop.es

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