Más de 200 casos en Andalucía, según CCOO. Un centenar de ellos en la provincia de Cádiz. Hablamos del brote de silicosis derivado de la manipulación del conglomerado artificial de cuarzo, “un material triturado de sílice, cuarzo, granito, vidrio y espejo, utilizado para colocar encimeras de cocinas, baños, solería”, y cuyo fabricante en España es el Grupo Cosentino, que lo comercializa desde los años 90 del pasado siglo bajo la marca de Silestone®.
Hoy vamos a conocer un caso concreto. Hablamos con Ismael Aragón Chaves, marmolista, enfermo de silicosis y vicepresidente de Anaes, la Asociación Nacional de Afectados y Enfermos de Silicosis, con sede en Chiclana. “Cuando me diagnosticaron la enfermedad, el dueño de mi empresa me despidió porque le iba a repercutir y tenía que cerrar. El servicio de prevención tampoco quiso saber nada de mí. Me mandaron a la mutua, la mutua me reenviaba al servicio de prevención, mi médico me dijo que me tenían que dar de baja porque estaba enfermo, y al final fue mi médico de cabecera el que me dio la baja, porque ni la mutua, ni el servicio de prevención quisieron hacerse cargo”, comenta.
“Total, al final me despiden”, continúa explicando Ismael Aragón, “pero lo peor es que la empresa cierra y abre otra el mismo empresario y con los mismos trabajadores que le quedaban. Eso sí, sigue trabajando ese material e incluso en peores condiciones. El problema es ese… el empresario lo que intenta es llenarse los bolsillo y al trabajador de que le den. Hablamos del año 2009 y estamos ya en 2015 y aún no he terminado de cobrar el despido. Y hasta 2011 no me reconocieron la pensión”.
Pero “hay muchos compañeros que aún no tienen aprobada esa pensión porque realmente hay una ley que dice que la silicosis te incapacita para tu trabajo habitual pero no para otros, con lo que no se les reconoce la pensión, y además la mayoría de las empresas cerraron”.
“Esta enfermedad es una mierda, porque no somos mineros, y las mutuas se acogen a la ley de la minería de 1969. Nosotros no tenemos nada que ver con la minería donde te daban de baja en la mina, pero te subían arriba a limpiar mesas en el bar, y así no te tenían que dar la pensión, pero sí te daban el sueldo”, insiste Ismael Aragón, para señalar que “en nuestro sector no nos podemos recolocar”.
Sobre si perciben indemnizaciones de estas empresas, “pues lo mismo, en lucha estamos. Todavía no hemos conseguido nada, y es que insistimos en que la mayoría de las empresas proveedores han cerrado, algunas para siempre y otras para cambiar simplemente de nombre”.
Ismael Aragón lo tienen claro. “Todo se basa en el dinero. Si el Gobierno de España ve que hay una empresa española fuerte (en referencia a la fábrica del conglomerado), grande, de la que recauda muchos impuestos, una empresa que exporta un montón fuera de España, una empresa que se gasta millones de euros en publicidad, que genera muchos empleos, pues claro, cómo vas a cerrarla, qué Gobierno se va a atrever a meterle mano”.
Tampoco ven factible que paguen indemnizaciones por las buenas, porque “son muchísimos los afectados, y más que van a ir saliendo. Recuerdo cuando me hicieron las pruebas y me diagnosticaron la enfermedad. Eso día, hablé con el resto de mis compañeros y les insté a que se hicieran las pruebas. Y resultó que la mayoría habían contraído la enfermedad”.
Un dato: En la familia de Ismael Aragón son doce los miembros afectados, y es que volvemos a insistir: hablamos de pequeñas empresas, marmolerías que eran sobre todo negocios familiares.
Aragón recuerda que la segunda víctima por silicosis en la provincia de Cádiz fue despedida del trabajo el mismo día que él. “Murió y todavía no había cobrado un duro. Ahora luchamos porque su mujer y sus dos hijos al menos cobren una indemnización. Su mujer está destrozada. La tuvimos que llamar para ponerla en contacto con los abogados”. Este trabajador falleció el 15 de enero de este año. “Había dejado de trabajar en noviembre de 2009, pero la enfermedad siguió su curso. Seis años después de ser despedido, estaba pendiente aún de cobrar por parte del seguro”.